José Emilio Pacheco (Premio Cervantes, 2009) es el autor del siguiente poema que Fernando del Paso (Premio Cervantes, 2015) leyó al recibir en marzo de este año el Premio «José Emilio Pacheco» a la Excelencia Literaria.
ALTA TRAICIÓN
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.
Palinuro de México, la segunda obra de Fernando del Paso, fue una de las novelas que más me impactaron en 1977 cuando Alfaguara la publicó con aquella edición -mítica- de Eric Satué y donde –o tempora, o mores– se explicaban las calidades empleadas para la confección del libro. En este caso la composición tipográfica era del tipo Garamond y cuerpo 10. Para la cubierta, papel acuarela de Romani, y en el interior se empleó papel offset editorial de 71 gms. de Torras Hostench.
En Palinuro de México Del Paso crea una pieza literaria a partir de un lenguaje brillante conduciendo al lector por los vericuetos del exceso sin perder nunca la rigurosidad de lo narrado. Se puede decir que es una novela política porque evoca lo ocurrido en la plaza de Tlatelolco, en 1968, y porque está presente la revolución mexicana, así como la Europa de la Primera Guerra Mundial. Es también una novela cultísima porque Del Paso estudió biología, economía, trabajó en publicidad y pasó unos años trabajando en Londres para la BBC, fue agregado cultural de la embajada de México y guionista y productor de programas para Radio France Internationale. Todo eso, más sus aprovechadas lecturas de los grandes maestros de la narrativa anglosajona -Hawthorne, Sterne…- hacen de Palinuro… una obra monumental, polifónica y excelente en su expresión lingüística. Y el resto de su obra, referencias culturales como este año ha tenido bien en cuenta el jurado del Premio Cervantes.
El personaje de Palinuro alude al timonel de la nave de La Eneida, de Virgilio (fue el piloto de la nave de Eneas desde su salida de Troya tras la destrucción de la ciudad). En esta novela es un estudiante de Medicina, cuya historia comienza en 1918 y termina de manera trágica en el capítulo titulado, “Palinuro en la escalera o el arte de la comedia» y que a modo de explicación, entre paréntesis, dice: (Obra en cuatro pisos con un prólogo en la planta baja, un epílogo en un desván y varios intermedios sorpresivos). Palinuro muere en 1968, en un mitin de la Plaza de las Tres Culturas, por los golpes de la policía. Como se puede inferir por este descubrimiento que hago del final (ahora se dice spoiler), esta no es una novela tradicional de planteamiento, nudo y desenlace. Importa mucho lo que se cuenta en ella, naturalmente, pero importan tanto el lenguaje y la estructura. Importa el ejercicio lúdico que planea a lo largo de sus más de 700 páginas, el humor y la riqueza de sus reflexiones.
“Precedido apenas por Rulfo, Revueltas, Fuentes y Yáñez, la novela de Del Paso es el juego con humor, la desmitificación total y regocijante de temas como el sexo, la escatología, la erudición y la política», escribió José Agustín. Y lo que dijo la crítica francesa no tiene desperdicio: L´express: “ha llegado un nuevo Rabelais”. Le monde: “Del Paso es poseedor de una erudición grotesca, macabra y dionisiaca”; Lire: “Palinuro… es una nueva prueba de la vitalidad de la literatura latinoamericana; Liberatión, “Los Ulises de Homero y Joyce son como parientes cercanos de este inmenso poema sobre el amor, la muerte y el cuerpo humano”.
En la entrega del Premio al que aludimos al principio, que lleva el nombre José Emilio Pacheco, Fernando del Paso dijo:
«Qué proyecto de país tenemos ahora… ¿Qué proyecto tienen quienes dicen gobernarlo? Me permito citarte una vez más [se lo dice a J.E. Pacheco]: “Conozco tu país —decía el gringo— pasé una noche en Tijuana / éstas son las palabras que me sé de tu idioma: / puta, ladrón, auxilio, me robaron”. Y entonces Fernando del Paso se pregunta: «¿En qué se diferencian estas palabras de político, autoridad, socorro, me extorsionaron? Gracias, José Emilio, espero que nos encontremos una vez más cuando nuestro país sea de nuevo nuestro».
Así sea.
La cita con POEMAD ha cumplido este octubre cinco años de vida. El Festival Internacional de Poesía de Madrid, que dirige Beatriz Rodríguez, editora de Musa a las 9 y escritora –La vida real de Esperanza Silva (Casa de cartón, 2013) y Cuando éramos ángeles, que publicará Seix Barral en enero de 2016-, constituye un encuentro ineludible para disfrutar de la poesía, del arte y de la música. Un espectáculo de gran altura en el que el público, que llena el Auditorio de Conde Duque, disfruta durante tres días.
El jueves, 29 de octubre, Fernando Beltrán leyó poemas de su último libro Hotel vivir (Hiperión), uno de los libros clave de este año, y más de una vez arrancó aplausos emocionados. Al tiempo, un artista de la talla de Pep Carrió, un mallorquín que tiene el sol de su tierra y el azul mediterráneo cosidos a su brazo, iba dibujando con mano maestra sobre una puerta un ser-árbol. Ambos dejaron en el aire una sinfonía poética que puso el listón de POEMAD a la altura de las espectivas que había creado.
Le siguió Franco Buffoni con un recital de su obra que tituló, en claro homenaje a Cesare Pavese: «Verrà la poesía e avrà i tuoi occhi» («Vendrá la poesía y tendrá tus ojos»). Y una hora después, tres narradoras-poetas, Marta Sanz (reciente premio Herralde), Mercedes Castro y Lara Moreno volvieron a hacernos vibrar con sus poemas.
El viernes fueron cuatro citas:
El sábado comenzó con el el poeta Oscar Hahn («Ningún lugar está aquí»), y continuó con el recital «Pasarás de moda», presentado por María Ángeles Naval, con Luna Miguel, Jesús Carmona-Robles, Óscar García Sierra y Rocío Torres, que leyeron poemas propios y nos trajeron los versos de otros jóvenes poetas latinoamericanos. El poeta mexicano Homero Aridjis ofreció su cántico poético con «Después del humo»… y el cierre esperadísimo, al menos por mí, fue el homenaje a Ángel González, que la actriz Eliana Sánchez y yo tuvimos el honor de dedicarle y que se tituló «Para que yo me llame Ángel González».
Así que a las nueve y media de la noche del sábado 31 de octubre, con un escenario en semioscuridad, con una lamparita encendida sobre una mesa baja en la que reposaban una botella de Ballantines, dos vasos de whisky, unos libros, una botella de sidra y una naranja, dejamos que la propia voz de González pusiera al Auditorio en situación de suspenso:
MUERTE EN EL OLVIDO
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
- oscuro, torpe, malo- el que la habita…
Luego fue subir al escenario y entre los dos dejarnos llevar por los poemas y la música que a Ángel le gustaba: algo de jazz, algo de aire mexicano, un poco de bolero y la clásica representada por Bela Bartok. Hacia la mitad le dimos un aire asturiano y contamos un episodio escrito por Taibo con los poetas de Luna de Abajo y Ángel, en un encuentro glorioso en 1985 en La Felguera. Eliana y yo cantamos «A la mar fui por naranjas», yo escancié un culín de sidra y durante unos segundos sonó en Madrid «En el pozo María Luisa». Todo lo que sabíamos que a Ángel le podía hacer mover el corazón casi cien veces por minuto.
Lo de las naranjas lo explicaré para los que no han podido estar aquella noche. La canción dice así: «A la mar fui por naranjas /cosa que la mar no tiene/me dejaron mojadita las olas que van y vienen/ay, mi dulce amor, ese mar que ves tan bello/ay, mi dulce amor, ese mar que ves tan bello/es un traidor».
Y yo dije: «Esta es una canción popular que todos los asturianos escuchamos cantar a nuestras madres. Hace algunos años le encargaron al poeta que escribiera tres letras basadas en canciones populares de su tierra para que varios compositores pusieran la música. Una de las elegidas fue esta de las naranjas y la mar. Dándole la vuelta, Ángel escribió:
Tiene naranjas la mar.
Las olas son verdes ramos,
la espuma es blanco
azahar.
Y tus pechos, en la fronda
de las olas y la espuma,
son dos naranjas saladas
cuando te bañas desnuda.
Cuando te bañas desnuda,
tiene naranjas la mar.
Y así de mágica transcurrió la noche. Dejo algunas fotos de esos días y espero que la VI edición continúe convocando a tantos letraheridos como en esta. Salud.
Ya tenía escrito este post con el recuerdo -cercano- del Premio Aula de las Metáforas pero la realidad, la cruda, quiero decir, se me cruzó otra vez, como quien te cruza la cara. El Aula no la olvido, no podría ni aunque quisiera, por eso va después de esta breve lectura de la prensa escrita, que tanto le gusta a mi amiga Regina García.
La semana empezó bien, con dos noticias que me ponen de muy buen humor. El lunes con la concesión del Premio Herralde a Marta Sanz por su novela Farándula, y el martes con el Premio Nacional de las Letras a Carme Riera, por toda una carrera dedicada a la literatura. Imprescindible su estudio sobre los poetas catalanes de la generación del 50: La Escuela de Barcelona (Anagrama). Marta Sanz dice que se pone borde con el buenísmo. Yo también, hombre, qué es esto de que la crisis tiene cosas buenas, de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. ¡Habrase visto mayor desfachatez!, ¡habrá vivido usted, que ha robado como si no hubiera un mañana! En la foto de Samuel Sánchez, Marta Sanz, con esa cara de lista que le da ha dado la vida, porta un cartel que dice: «La cultura no es un artículo de lujo: más incultos, más dóciles». Ole por Sanz.
Tengo un cabreo monumental con la RAE. Ayer contaron en un informativo (algunos tienen vocación de El Caso; ¿os acordáis de aquel periódico?, pues ya están rodando la serie sobre él, con Verónica Sánchez de prota), contaron, digo, que el diccionario recogía expresiones (ejpresione, debería ser también una de las entradas porque asín lo dice David Bisbal. Y José Bono), de arraigo popular. Y la cursiva de la palabra asín no es baladí. Según los teleinformativativos, la Academia, la docta institución, acepta dicha expresión. Y sí, lo comprobé, recoge también la vulgar «asín». «Lo mismo un burro que un profesor», que dice el tango «Siglo XX, cambalache». Pero los señores y señoras académicos y académicas han aprobado -también da lo mismo- «albóndiga» y «almóndiga». Pero si ya estaba claro, si no hay vuelta de hoja porque viene del árabe que se hablaba en Al-Andalus, parecido al árabe clásico, es decir, albúnduqa, y antes del griego, pontikón, que significa nuez, y por eso, por la morfología, se puso ese nombre, porque se parece a una nuez. Hay otros casos, como por ejemplo las amígdalas, del griego amigdalé, que significa almendra. Pero «como todo es igual y tú lo sabes» (este es mi modesto homenaje al Luis Rosales de La casa encendida), diga usted remangarse o arremangarse que la RAE va por delante de toos nosotros. («Arremángate, arremángate, niña tu vestío», que cantaba Manolo Escobar). Yo, desde ahora voy a hablar como don Camilo hizo expresarse a doña Rosa en La colmena, y voy a dicí: nos ha merengao.
Pues asín está la cosa, pero yo, como si nada, oyes, que enseguía me preparo unas almóndigas (el corrector automático, erre que erre, intentando cambiarlo a albóndigas), y me quedo tan ancho.
Y como a veces las cosas se encadenan, me sorprendió la publicidad, a toda página, de la Real Academia Española, por sus 300 años, que pedía esto a los sufridos lectores:
«Súmate a los benefactores de la Fundación pro-RAE. Las palabras hacen mucho por ti. Ahora tú puedes hacer mucho por las palabras». Y si te hacías te obsequiaban con la última edición del Diccionario de la lengua española.
Yo ya tengo la última edición, y no la barata, la de lujo, que ahora que lo pienso no me han regalado nada por gastarme la pasta. El anuncio lo he visto hoy y la noticia del asín y lo otro lo supe ayer, asín que no saben el rebote que pillé.
Lo de hacerse de algo me recuerda al chiste de los vascos, que ven un cartel en una fábrica que dice: ACEROS DE LLODIO, y uno le dice al otro: «¿Nos hacemos, Patxi?» Ahora, gracias a la RAE lo escribiría igual que lo interpreta el vascohablante a su amigo: ¿»Nos acemos, Patxi»?
Por si éramos pocos, la cosa política en el país vecino del sur, está calentita. «El auge del islamismo barre a la izquierda en Marruecos», dice el titular de Francisco Peregil, uno de los periodistas más preclaros y que mejor escriben. Esa referencia que fue Ben Barka en los años 60 se esfumó. Los socialistas marroquíes perdieron la posibilidad de cambiarlo todo y arrebatar el poder omnívoro a Hassan II. Para más inri, «el antiguo partido comunista, ahora llamado Partido del Progreso y Socialismo (PPS), forma parte de la coalición que presde el islamista moderado Abdelilá Benkirán, secretario general del Partido Justicia y Desarrollo (PJD). Es decir, integra el mismo Gobierno que encarcela a los homosexuales y denuncia a un canal público de televisión por emitir un concierto de Jennifer López».
Repito, «del Partido Justicia y Desarrollo». ¿Sigo?, no,voy al Premio Aula de las Metáforas, que será un final un poco más feliz, pero antes, para alimentar mi cabreo, algo sobre la guerra de Irak; lejana, sí, sucia, también, pero aún hay quien sigue hablando de aquella nefasta intervención. Mientras Bush y Blair lamentaron haberse metido en semejante batalla que no hizo más que alimentar el odio y permitir el ascenso del Estado Islámico, este titular de ayer (pero, ¡qué necesidad de decir majaderías):
Aznar: «España salió ganando con la guerra deIrak».
Para fallar el Premio Aula de las Metáforas me reuní con el poeta Fernando Beltrán, creador de la biblioteca del mismo nombre en Grado, Asturias, con los escritores Manuel Rubio y Leopoldo Sánchez Torre y, previamente con Luis Eduardo Aute, que no pudo viajar aquel día a la villa que vio partir para América a dos de sus más destacados emprendedores: Pepín Fernández y Ramón Areces, que levantaron sendos imperios comerciales: Galería Preciados y El Corte Inglés, respectivamente.
Fue unánime: «Se decide otorgar la distinción a Concha Quirós, propietaria de la librería Cervantes, «por su larga trayectoria y su incesante labor cultural, así como por su constante apoyo, difusión y celebración de la creatividad literaria y, en concreto, de la poesía y los poetas».
Concha, decana de los libreros en España, se lo merecía. Lleva al frente de la Cervantes toda una vida. La heredó de su padre, Alfredo Quirós, que la había fundado en 1921, de quien también heredó el amor por los libros. Paco Ignacio Taibo, que trabajó allí de chico, recomendado por María Muñiz, madre Ángel González, le dedica un capítulo en sus memorias, Para parar las aguas del olvido, que titula «Cervantes es una librería». Coincidió de «dependiente» con Manuel Lombardero, quien fuera mucho más tarde una pieza fundamental en el desarrollo de la editorial Planeta, junto al fundador José Manuel Lara.
Cervantes es una librería -escribe Taibo-. El manco de Lepanto, la gloria nacional, el mejor novelista del mundo, es una librería»
A los pocos días de empezar a trabajar le dio un libro Manuel Lombardero:
-Es Flor de leyendas, léelo a escondidas porque está prohibido.
Casi todo estaba prohibido. Leíamos, Manolo y yo, como locos.
Alfredo Quirós nos dejaba llevarnos libros a casa y los devolvíamos apenas terminados.
-¿Qué te llevas hoy?
-Nicolás Gogol
-Yo, Turgeniev
El objeto del premio Aula de las Metáforas, bianual, es una escultura de Pep Carrió (había que ver a Pep el pasado jueves en POEMAD, poetizando sobre una simbólica puerta, con un dibujo esplendoroso, la lectura que hizo Beltrán de su último libro de poemas, Hotel vivir, quien en la entrega del premio dijo que la labor de Quirós es una «heroicidad» en estos tiempos de crisis con la llegada de nuevas tecnologías dispuestas a suplantar los libros. Y Manuel Rubio: «Quirós tiene una forma especial de entender el mundo de los libros: defiende la ‘librodiversidad».
Fue un acto como los de antes, es decir, que allí estaban los que tenían que estar, letraheridos todos: libreros, bibliotecarios, poetas y novelistas, periodistas, pintores y dramaturgos…, y el viceconsejero de cultura, el profesor de filosofía Vicente Domínguez, autor, entre otros libros, de El miedo en Aristóteles, que hizo las delicias de todos porque rara vez se ve- si no es nunca- a un político en un acto cultural. Y digo más: a un político que sepa de qué va el acto cultural al que va, no como le ocurría a Wert en todo lo que se tenía que tragar a la fuerza. Por cierto, ¿qué pensará de que su hermano encabece la lista de PODEMOS por Ciudad Real?, supongo que se la traerá al fresco en París con 10.000 euros al mes. Euros públicos, tuyos y míos, «hypocrite lecteur, – mon semblable, – mon frère!» («hipócrita lector, -mi semejante, -¡mi hermano!») que escribió Baudelaire en su poema «Al lector», en Las flores del mal, y que Jaime Gil de Biedma parafraseó en el poema «Pandémica y Celeste»: «Que te voy a enseñar un corazón, / un corazón infiel, / desnudo de cintura para abajo, /hipócrita lector -mon semblable,-mon frère!…».
Me he puesto estupendo, lo sé. Se lo dedico al exministro en su dorado exilio parisién.
Hasta el jueves, si nos dejan.
Un periodista le pregunta a Andrea Levy Soler (Barcelona, 1984), licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona y vicesecretaria de Estudios y Programas del Partido Popular, que por qué una catalana joven y liberal prefiere el PP a Ciudadanos, y ella contesta, resuelta y retadora, como un insulto a la inteligencia: “Soy rebelde”.
El párrafo anterior me ha hecho reflexionar -otra vez- sobre el mundo en que algunos estamos metidos con calzador, más parecido a una habitación estrecha e incómoda en la que se nos han colado un maremagnum de políticos con cultura de hace veinte minutos y por autodenominados artistas que babean porque están en las televisiones.
Recurro, pues, a la memoria e invito a sentarse un rato conmigo a Wislawa Szymborska (1923-2012). A esta polaca, que no pudo terminar sus estudios por problemas económicos, le concedieron el Premio Nobel de Literatura en 1996, lo que viene a ser lo mismo que si nos lo hubieran dado a nosotros por tener la suerte de leerla.
Lo recuerdo como si fuera hoy. Sonó el teléfono en la redacción de El Mundo, me soltaron su nombre como quien suelta una sartén ardiendo, lo que aproveché para encender el enésimo cigarrillo de la jornada, y me puse a cavilar sobre lo que podría hacer con esa información. Veinte años después, “perdido para siempre lo perdido”, que dijo Ángel González, recuerdo sus poemas, igual que recuerdo todo lo que me ha ayudado a caminar mejor: con agradecimiento.
Antaño nos sabíamos el mundo al dedillo:
tan pequeño que cabía en un apretón de manos,
tan fácil que se describía con una sonrisa,
tan común como el eco de las viejas verdades en los rezos.
La historia nos saludaba con fanfarrias de gloria:
echaba arena sucia en nuestros ojos.
Aún nos esperaban rutas lejanas y sin salida,
pozos envenenados, pan agrio.
Nuestro botín de guerra es el saber del mundo:
tan enorme que cabe en un apretón de manos.
Ese “Antaño” nos incumbe a todos. Es el territorio de la infancia donde estuvimos protegidos y a salvo. Vivíamos en un mundo seguro, como contó Stefan Zweig en sus memorias de un europeo, que él tituló acertadamente El mundo de ayer (Editorial Acantilado). Es la historia de una Europa fallida entonces por la arrogancia totalitarista que borró en menos de diez años la libertad y la cultura adquiridas tras siglos de civilización. Una Europa fallida ahora por la construcción de una unión de países del Norte y del Sur que poco o nada tienen que ver unos con otros; un ficticio y nada real intento de colocarnos las gafas de la economía para adorar el auge financiero, mirando para otro lado ante el drama de las emigraciones en masa y con los nacionalismos criminales amenazando de nuevo la estabilidad mundial.
Por eso salgo de aquella habitación incómoda de la que hablé y me uno a Szymborska y a Zweig, porque hablan de ese espacio personal de la infancia en el que nos arropa la seguridad y la felicidad. Lo dijo Fernando Pessoa: “Por qué para ser feliz hace falta no saberlo”.
En su dorada adolescencia, recuerda Zweig que en el colegio leían a Nietzsche, iban a las exposiciones de arte, entraban en los ensayos de la Filarmónica, se aprendía poemas de memoria. Pero ser judío le jugó una mala pasada. Hitler, tras acabar con la República de Weimar(*), fue aniquilando cualquier vestigio que no cupiera en sus planes megalomaníacos. Stefan Zweig se exilió en Brasil con su esposa, Lotte Altmann, y ambos tomaron una dosis suficiente para no volver a levantarse jamás. Tenía sesenta años y, hundido por el pesimismo y la degradación de las ideas, sintió que el mundo de ayer se había acabado.
(*) Weimar fue el hogar y la inspiración de Lucas Cranach el Viejo, Martin Lutero, Johann Sebastian Bach, Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Schiller, Friedrich Wilhelm Nietzsche, Arthur Schopenhauer, Franz Liszt, Walter Gropius, Fritz Lang… Y allí se encuentran las tumbas de Goethe, Schiller y Nietzsche, el Archivo Musical de Turingia y la Biblioteca de Anna Amalia.
En 1933 un tal Adolf Hitler, primo hermano de Nosferatu, decidió participar en aquella divina orgía.
Para Leopoldo Sánchez Torre, poeta y profesor -como era habitual en los maestros de la generación del 27- (reciente vicerrector de Extensión Universitaria de la Universidad de Oviedo) y amigo recuperado, a quien pedí el poema de Panero -tal vez en uno de los libros donados por mí al Aula de la Metáforas, que él dirige- . El envío del poema lo acompañó Leopoldo con esta nota: «Es curioso: yo andaba estos días leyendo Adiós, Hemingway, de Leonardo Padura, releyendo algún relato del Papa Hem a rebufo de la lectura del cubano, y tú también doblando estas campanas. Hay que ver».
“Hemingway y las guerras”, así tituló Mario Vargas Llosa su “Piedra de toque” del domingo pasado en El País. Un exposición sobre el autor de Fiesta en la Morgan Library de Nueva York le sirvió al Nobel de 2010 para contarnos cosas jugosas de sus lecturas del Nobel de 1954. Esta ilustración de Fernando Vicente, que merecería ser portada del New Yorker, ocupaba el centro de una página impecable.
Ernest Hemingway, que tenía un ego que no le cabía en Finca Vigía, su casa de La Habana, dijo en su discurso de Estocolmo que “ningún escritor que conoce los grandes escritores que no recibieron el Premio puede aceptarlo a no ser con humildad”. Y en este caso él lo demostró con su admiración a Pío Baroja, a quien visitó en su lecho de muerte. Lo cuenta Julio Caro en Los Baroja (editorial Caro Raggio. Madrid, 1997):
«Hemingway se presentó con Castillo Puche y con un fotógrafo. La combinación no me hizo gracia, la verdad. Le pasé al cuarto y estuvo un rato. El fotógrafo sacó la imagen del escritor norteamericano sentado junto a mi tío en la cama, con su gorro blanco, sin expresión. Esta imagen ha corrido mucho, mi tío no se enteró de la visita, como tampoco de que Hemingway dejó una botella de whisky y una labor de punto. Yo apenas hablé con él, ni con Castillo Puche. Las anécdotas entonces no solo no me interesaban, sin que me molestaban. Entonces mi preocupación fundamental era que se dejara morir a mi tío tranquilamente». (página 512).
Efectivamente el Nobel se presentó con Castillo Puche -cuenta http://neorrabioso.blogspot.com basándose en el libro del escritor murciano (Hemingway, entre la vida y la muerte. Destino, 1968),- que ya había tenido algún roce con el sobrino de don Pío, y con un fotógrafo. La combinación no le hizo gracia. Les pasó a la habitación y permanecieron allí un rato. El reportero gráfico sacó la célebre imagen del grandullón estadounidense sentado junto a un patético Baroja, con su gorro blanco. Dicha fotografía ha corrido, y con ella una anécdota. Don Pío no se enteró de la visita, como tampoco de que el autor de El viejo y el mar dejó un ejemplar de Adiós a las armas, una botella de whisky, un jersey y calcetines. “¡Caramba! ¿Qué hace ese tío aquí?”, espetó don Pío al enterarse de que Hemingway acababa de traspasar el umbral de su casa. Era el afamado escritor “siempre rodeado de putas y dólares”. Traje y corbata sustituían a sus camisas y pantalones informales. Esa tarde de octubre ambos escritores intercambiaron unas cuantas frases. “Le había repetido a Ernesto que su Nobel le correspondía a Baroja. Así que Hemingway comenzó diciendo que Unamuno, Azorín, Machado y el propio Pío merecían más el galardón”, recuerda Castillo Puche. Baroja se enfurruñó porque algunos de esos nombres no eran de su agrado y le dijo: “¡Bueno, ya basta! Como siga así vamos a tocar a muy poco”.
Vargas Llosa recuerda el final de Hemingway: «… ya sin ilusiones ni memoria, cuando se voló la cabeza de un tiro de fusil en Idaho, a sus 62 años”, lo que me trajo a la memoria este poema de Juan Luis Panero, cuya lectura me descubrió mi querido amigo y gran poeta, Alberto Vega, que tanto me impresionó entonces.
NOTICIAS DE LA MUERTE EN UN PERIÓDICO
(Ernest Hemingway)
El viejo cazador cantaba
una canción alegre
—recuerdo de su pasada juventud—
mientras armaba el rifle.
Frente a frente, inmóvil,
un león le miraba. Impasible
observaba sus controlados movimientos.
El viejo cazador siguió cantando
mientras las balas iban entrando en la recámara.
Un segundo, tal vez culpa de la canción,
recordó su juventud, su vida,
como una vaharada de pólvora y alcohol.
Montó con lentitud el arma y apuntó con cuidado,
sus dedos, firme y delicadamente, casi un arte, apretaron el gatillo, —el león seguía quieto, delante, contemplándole—
sonaron dos disparos en el amanecer.
Astillas de hueso, pelo y piel, saltados dientes, pequeños fragmentos del cerebro, gotas de sangre,
se esparcieron por el amplio espacio.
Al día siguiente, todos los periódicos del mundo anunciaron con grandes titulares la muerte de un león.
Este poema está publicado en Juegos para aplazar la muerte. Sevilla, Renacimiento, 1984, libro en el que Juan Luis Panero recopila los anteriores:
Puede que no demuestre demasiada rompedura de tarro escribiendo un post que tira de noticias ya publicadas. La verdad es que tengo motivos. Uno de ellos es que la prensa escrita está en plena decadencia (no voy a explicar porqué); apenas se lee (tampoco lo haré hoy), y menos con detenimiento. No solo las grandes informaciones sobre conflictos internacionales sino esas noticias pequeñas -que pueden ser las más graves- sobre asuntos que nos dan la medida de la sociedad en la que vivimos. Algunas son recordatorios de sucesos en los que el poder se ensaña sin que nadie con corazón ni agallas lo pare.
1. Estos son dos señores muy mayores; uno se llama Nicanor, es preferentista y pesa sobre él una multa de 600 euros por “provocar reacciones que alteran el orden público”. Ella, la señora, también muy mayor, se llama Aurelia; fue, años ha, emigrante porque tampoco entonces tenía dónde trabajar. Debe a ese Estado, que nunca le dio nada, 30 euros de multa por negarse a que la deshaucien.
2. La noticia que va a continuación la firma Daniel Verdú y no tiene desperdicio.
Se refiere al histórico centro de Vic, un antiguo seminario que es hoy un hotel de 32 habitaciones, que dispone de un magnífico aparcamiento, dos gimnasios , un restaurante, un colegio, un hípica y un centro de formación de cocina. Nunca ha pagado el IBI, y según se lee, seguirá sin tributar a pesar de facturar casi un millón de euros.
3. El titular dice: “La plaza la hemos sacado para él… No te presentes”, y lo firma Joaquin Gil.
Estas palabras las ha escrito (¡y las pone negro sobre blanco, manda narices!) Joaquín Mantecón Sancho, quien ocupara el puesto de subdirector en el Ministerio de Justicia durante el gobierno de Aznar. Este es el texto:
“Efectivamente: la plaza de ayudante a doctor la hemos sacado para Enrique H., mi ayudante durante estos últimos años. Es un chaval estupendo, muy competente, casado desde hace tres años y con dos hijos. Por supuesto, eres muy libre de presentarte, pero me causarías un no pequeño problema Yo formo parte del tribunal”.
Quien recibe esa misiva se llama José Ignacio Alonso, profesor en Bolonia, que desoyendo los “sabios consejos” de su conocido, opta al puesto. Pero lo ganó, ya se lo habían advertido, un tal Enrique H, casado y con dos hijos. Alonso denunció el caso por prevaricación, pero… ¿saldrá algo de todo esto?, ¿la justicia actuará con contundencia?, o como decía aquel anuncio de un brandy que le pedía al consumidor que se cambiara: ¿“También en eso estás casado”?
La lectura del periódico no me trajo hoy ningún libro como dije un día, pero como no soy capaz de de dejar ninguna línea sin un libro traigo a colación el título de un cuento de Augusto Monterroso, de su libro, Movimiento perpetuo, que nos recordará que todo esto no es nuevo y que, también lo he dicho, mal remedio tenemos, queridos compatriotas.
Ahí va ese título largo, pero contundente:
Tú dile a Sarabia que digo yo que la nombre y que la comisione aquí o en donde quiera, que después le explico.
¡Ah!, y recuerden no alterar el orden público porque podrían mutarle e, incluso, dar con sus huesos en la cárcel. Eso sí, robe usted a manos llenas. Robe sin tasa, hágase de oro como Craso, y seguirá gozando de libertad sin límites. ¡Qué grandes somos en el país que inventó la picaresca!, Mira tú por dónde, otro libro. No, si es que el que no lee es porque no quiere.
Hasta el jueves que viene, si nos dejan.
Memoria de la Transición (Taurus, 1996) es un librazo de más de 700 páginas, coordinado por Santos Juliá, Javier Pradera y Joaquín Prieto. Lo cierra Maruja Torres -echo de menos sus artículos tanto como los de Juan Cueto- con unas palabras que titula “El camino de la sabiduría”. Desgrano para este post un fragmento, en el tono simpático y crítico de Maruja Torres, sobre “cuáles son las cosas que llevo peor con los años que van de la Transición a nuestros días”. Casi 20 años después intentaré poner al día esas «cosas», aunque Torres las conoce mejor que yo, y las sufre, al menos, igual que yo.
LO QUE MARUJA TORRES LLEVABA MAL (en 1996)
-Que no se hayan abolido por decreto ni la tuna ni las tonadilleras.
–La tuna está de capa caída y las tonadilleras, unas se han ido, y la otra duerme en la cárcel hace tiempo mientras sus hijos se despendolan y tienen vástagos sin control (de natalidad).
-Que la radio pública siga dando misa todos los domingos.
–Yo creo que eso ya está abolido, no por decreto, aunque no lo podría jurar porque hace cuatro años que no escucho la radio pública para no contaminarme.
-Que un ser como La Cosa mande en Marbella y que tenga fans
-La Cosa ya hace tiempo que pasó a mejor vida, a no ser que su vida en este negociado fuese insuperable. Sus fans han virado su mirada hacia otras Cosas no menos impresentables.
-Que las películas de Mariano Ozores estén en todas la televisiones.
–Y lo que te rondaré, morena (es un dicho popular). Para más inri le han concedido el Goya de Honor 2016, a lo que respondió de esta guisa: “Este premio llega muy tarde”.
-Que Lina Morgan tenga más audiencia que Expediente X.
–Que los dioses tengan a Lina en su gloria. En cuanto a los expedientes X, ahora están en los informativos; los vemos entrar y salir de la Audiencia y no parecen extraterrestres (aunque estoy seguro de que lo son).
-Que el culto del establishment socialista a la ópera y a la nueva cocina nos hayan obligado a pasar ratitos de amargura por culpa de los tenores que han cantado Granada, Amapola y Malagueña impunemente en macroconciertos patrocinados por las instituciones culturales de turno, y a comer con bacalao con frambuesas.
–Voy a lo de la cocina directamente porque el establishment socialista hace tiempo que está descabezado. Del bacalao con frambuesa hemos pasado a tener dos restaurantes que fueron los más importantes del mundo -El Bulli y Can Roca- y los franceses no pueden ponerse más rojos de tanta estrella Michelin como nos cae. Algo es algo.
-Que durante estos años haya venido por primera vez un Papa, y no una sola vez, sino más.
–No quiero contar las veces que han vuelto, ni tampoco quiero pensar en las que quedan para que vuelvan.
-Que la mayor parte de los pueblos de España tengan las fachadas de las casas alicatadas con Porcelanosa.
–No sé si con la inminente boda entre Isabel y Mario subirá la cotización de Porcelanosa y la empresa empezará una nueva cruzada para alicatar las fachadas de las ciudades… comandadas por el PP.
-Que hayan tenido que ocurrir ciertas cosas para devolvernos la memoria acerca de quiénes son Raphael y Julio Iglesias
–Pues Raphael, que nunca se había ido, ha hecho una peli de prota con Álex de la Iglesia. De Julio, ¡qué te voy a contar!
Que Mercedes Milá no esté en la tele.
–Pues mira, esto sí que se ha arreglado. Lleva 16 “Gran Hermano” 16. Y amenaza con seguir.
–Que Nieves Herrero no esté de azafata en las líneas aéreas saudíes, que creo que van con chador de los de rejilla en los ojos.
-La Herrero acaba de publicar una historia novelada sobre los amores de Luis Miguel Dominguín con Belisa en su jardín, ay, no, perdona, con Ava Gardner. Está que se sale y a lo peor los saudínes la tildan de hereje y no la contratan.
-Que los hombres de negocios ya no hagan pipí como antes, concentrados y ayudándose con las dos manos, porque con una están con el teléfono móvil .
–Los hombres de negocios, y los que no son de negocios, ahora hacen pipí sin manos porque llevan un móvil en cada una. ¡Ah!, pero no creas, que ellas también.
Termina el artículo Maruja Torres, así: A los del “viva España” les hemos puesto en su sitio y los del bacalao con frambuesas también han tenido lo suyo. La vida no sigue igual, Julito.
No, no sigue igual, Maruja, porque sigue peor. Los del “viva a España” hace tiempo que se han salido de madre y nos han opuesto a nosotros en nuestro sitio. Y los del bacalao con frambuesas tienen programas por doquier: Topchef, Masterchef, Masterchef junior, Pesadilla en la cocina… La estela de Arguiñano se ha alargado y ahora no hay canal que se precie que no tenga un cocinero: Robin Food, Jordi Cruz, Sergio Fernández, Sergi Arola… Si hicieras hoy una nueva lista de desafecciones no habría libro para publicártelo, pero si quisieras hacerlo deberías darte prisa porque pronto -de verdad- no habrá libros. Punto.
…aunque los españoles tienen ingenio, capacidad y medios suficientes para restaurar su país, no lograrán hacerlo; y aunque enteramente capaces de salvar su Estado, no lo salvarán porque les falta voluntad de hacerlo.
SEBASTIANO FOSCARINI, embajador de Venecia en Madrid de 1682 a 1686
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Si nos empeñamos en desconocer nuestra historia estamos condenados a repetirla. Ángel González, con la ironía y la veracidad con que lo abordó todo, lo expresó en cuatro poemas bajo el título de “Glosas a Heráclito”. Este es el poema número 4:
(Interpretación del pesimista)
Nada es lo mismo, nada
permanece.
Menos
la Historia y la morcilla de mi tierra:
se hacen las dos con sangre, se repiten.
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Gerald Brenan escribió El laberinto español en 1943 y lo publicó en Ruedo Ibérico, editorial española en el exilio, en 1962.
Atención:
“España, tanto económica como psicológicamente, difiere en tal grado de los demás países de la Europa occidental, que las palabras con que se hace principalmente la historia -feudalismo, autocracia, liberalismo, Iglesia, ejército, Parlamento, sindicato, etc.- tienen sentidos muy distintos de los que se les presta en Francia o Inglaterra (…) Lo primero que hay que observar es la fuerza del sentimiento regional y municipal. España es el país de la patria chica. Cada pueblo, cada ciudad, es el centro de una intensa vida social y política (…) En lo que puede llamarse su situación normal, España es un conjunto de pequeñas repúblicas, hostiles o indiferentes entre sí, agrupadas en una federación de escasa cohesión. En algunos grandes periodos (el Califato, la Reconquista, el Siglo de Oro) esos pequeños centros se han sentido animados por un sentimiento o una idea comunes y han actuado al unísono; mas cuando declinaban el ímpetu originado por esa idea, se dividían y volvían a su existencia separada y egoísta. Esto es lo que ha dado su carácter espectacular a la historia de España. En lugar de unas fuerzas que se van formando lentamente, como es el caso de otras naciones europeas, se han sucedido alternativamente los minúsculos conflictos de una vida tribal y unas grandes explosiones de energía que, económicamente hablando, surgen de la nada. (…) Así pues, el principal problema político ha sido siempre el de alcanzar un equilibrio entre un gobierno central eficaz y los imperativos de la autonomía local. Si en el centro se ejerce una fuerza excesiva, las provincias se sublevan y proclaman su independencia; si esa fuerza es insuficiente se retiran sobre sí mismos y practican una resistencia pasiva En su mejores épocas, España es un país difícil de gobernar. (…) Al no haber conseguido constituir una nación políticamente homogénea, los españoles han conservado un tipo de vida que era corriente en la Edad Media y en la antigüedad (…) Su fuerza e independencia de carácter, su reacción rápida y completa ante cualquier situación social, su integridad emotiva, su don de las palabras -y, también hay que decirlo, su crónica indisciplina-, son todas ellas característica debidas a que los españoles han continuado viviendo la intensa vida de la ciudad-estado griega, de la tribu árabe o del municipio medieval. La tertulia y el café ocupan el lugar del ágora. (…) Así se explica la agudeza política que sorprende incluso al más superficial observador de los españoles, pero así se explica también su ineficacia. Aun las mejores cabezas rara vez logran escapar de la red de sus relaciones personales para dominar la escena a su alrededor. Las mismas causas que han hecho de los españoles el pueblo más vigoroso y humano de Europa, les han condenado a largas etapas de estancamiento político y de inoperancia”.
Y esto es solo una breve muestra de lo que Gerald Brenan –El laberinto español. Antecedentes sociales y políticos de la guerra civil (edit. BackList, 2009)- escribió en el Prólogo a la primera edición. El libro tiene 576 páginas, contando el índice onomástico.
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Últimas noticias del Reino:
Dos días después de las elecciones catalanas, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha imputado a Artur Mas acusado de “presuntos delitos de desobediencia, usurpación de funciones, malversación de caudales públicos y prevaricación, por el proceso participativo del 9 de noviembre pasado, ya que se consideran que no hicieron caso a las resoluciones del Tribunal Constitucional y permitieron las votaciones”.
Y sigue la sentencia: «El día 15 de octubre de 2015, a las 10 horas de la mañana, declaración del Molt Honorable Senyor Artur Más i Gavarró», es decir, que Artur Mas deberá comparecer ante la Justicia, ¡oh casualidad!, el mismo día del mismo mes en que mataron a Lluis Companys.
El PPoder continúa en su línea de fabricar catalanes secesionistas y de contribuir con denuedo a dividirnos a todos, como un juego perverso, en una sociedad cada vez más debilitada política, económica, social y culturalmente. Ellos sabrán lo que hacen, y porqué, pero la Historia no los absolverá, como pretendió Fidel Castro con su alegato de autodefensa ante el juicio en su contra en 1953 por el asalto al cuartel de Moncada. Seis años después tomaría el poder eterno en la isla. Todo nos lleva a suponer que él solo se habrá absuelto.
Para Yolanda Sáenz de Tejada, que vive en Jaén
En tiempos de penuria intelectual, crítica, filosófica y cultural, rescato la figura de Baltasar de Alcázar, poeta y gourmet, contemporáneo de Cervantes, a quien, estoy seguro, la vida le pareció breve. Su mano nos conduce al universo de la poesía jocosa del Siglo de Oro, un buen pretexto para esbozar una sonrisa mientras se acerca el 27-S
BALTASAR DE ALCÁZAR (1530-1606) fue un poeta sevillano que practicó con éxito la poesía satírica. No tuvo tanto reconocimiento con los poemas de corte amoroso y sí en cambio acertó con los de tono festivo y jocoso con descripciones de la vida placentera alrededor de buenas pitanzas.
Fue un gran lector de los poetas latinos como Juvenal y, sobre todo, de Marcial (102 d. C.), del que algunas veces consigue “atrapar” la esencia de sus Epigramas, composiciones cuyo origen fueron inscripciones en tumbas y monumentos, que han logrado elevarse a la categoría lírica gracias a la capacidad reflexiva de sus autores que dotan a sus versos de velocidad y economía de medios. Véase este de Marcial:
Soledad en compañía
No te sorprenda en nada que rechace
tu invitación
para una cena de trescientos, Néstor:
no me gusta cenar a solas.
“Cena jocosa» es el poema más conocido. Una composición costumbrista en la que cuenta en tono juguetón una historia que interrumpe porque la cena está ya dispuesta sobre la mesa: morcillas, queso y buen vino, con el consiguiente elogio a las tabernas; aquello que luego cantaría Gabinete Caligari: “bares, qué lugares”.
Baltasar de Alcázar vivió una vida con posibles y disfrutó de todo, también de la poesía, que aunque no tuvo demasiado favor del público es indudable que lo pasó bien escribiendo. Algo burdo en sus aproximaciones a la mujer, en el poema “Preso de amores”, escribió: Tres cosas me tienen preso/de amores el corazón:/la bella Inés, y jamón/y berenjenas con queso.
Murió a los 76 años y hasta el último momento conservó la simpatía para describir sus comidas, incluso en los momentos duros de su obligada dieta que consistían en huevo pasado por agua para desayunar, a mediodía carne de ave, asada y cocida, y tostadas en vino azucarado para la cena.
Este es el poema más famoso de Baltasar de Alcázar escrito en redondillas, estrofa formada por cuatro versos octosílabos, en rima: abba, que muestra a la perfección su carácter vital y divertido.
CENA JOCOSA
En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa,
y direte, Inés, la cosa
más brava dél que has oído.
Tenía este caballero
un criado portugués…
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.
La mesa teneos puesta;
lo que se ha de cenar, junto;
las tazas y el vino, a punto;
falta comenzar la fiesta.
Rebana pan. Bueno está.
La ensaladilla es del cielo;
y el salpicón, con su ajuelo,
¿no miras qué tufo da?
Comienza el vinillo nuevo
y échale la bendición:
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo.
Franco fue, Inés, este toque;
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
deste vinillo aloque.
¿De qué taberna se trajo?
Mas ya: de la del cantillo;
diez y seis vale el cuartillo;
no tiene vino más bajo.
Por Nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer:
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.
Si es o no invención moderna:
vive Dios, que no lo sé;
pero delicada fue
la invención de la taberna.
Porque allí llego sediento,
pido vino de los nuevos,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voime contento.
Esto, Inés, ello se alaba;
no es menester alaballo;
solo una falta le hallo:
que con la priesa se acaba.
La ensalada y salpicón
hizo fin; ¿qué viene ahora?
La morcilla. ¡Oh, gran señora,
digna de veneración!
¡Qué oronda viene y qué bella!
¡Qué través y enjundias tiene!
Paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.
Pues, ¡sus!, encójase y entre,
que es algo estrecho el camino.
No eches agua, Inés, al vino,
no se escandalice el vientre.
Echa de los trasaniejos,
porque con más gusto comas;
Dios te salve, que así tomas,
como sabia mi consejo.
Mas di: ¿no adoras y precias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica!
tal debe tener especias.
¡Qué llena está de piñones!
Mocilla de cortesanos,
y asada por esas manos
hechas a cebar lechones.
¡Vive Dios, que se podía
poner al lado del Rey
puerco, Inés, a toda ley,
que hinche tripa vacía!
El corazón me revienta
de placer. No sé de ti
cómo te va. Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.
Alegre estoy, vive Dios.
Mas oye un punto sutil:
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo remanecen dos?
Pero son preguntas viles:
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.
Probemos lo del pichel(*).
¡Alto licor celestial!
No es el aloquillo tal,
ni tiene que ver con él.
¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color,
todo con tanta fineza!
Mas el queso sale a plaza,
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.
Prueba el queso, que es extremo:
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala;
bien puede bogar su remo.
Pues haz, Inés, lo que sueles:
saca de la bota llena
seis tragos. Hecha es la cena;
levántense los manteles.
Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.
Pues sabrás, Inés hermana,
que el portugués cayó enfermo…
Las once dan, yo me duermo;
quédese para mañana.
(*) Pichel: vaso, jarra.
Ayer fue miércoles
He decidido salir a la palestra cada jueves. Este blog se llama “Ayer fue miércoles toda la mañana”, en honor al poeta Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008), que escribió este poema que comienza con ese verso y que en el siguiente le da la vuelta: “Por la tarde cambió: se puso casi lunes”.
toda la mañana