El pasado domingo, 13, fallecía en Oviedo Juan Benito Argüelles, una persona extraordinaria con la que durante muchos años mantuve lazos de amistad e intelectuales muy fuertes. Estuve en su funeral el lunes, y el martes, a petición de Juan Cruz, El País publicó el siguiente obituario.
UN HOMBRE DE PRINCIPIOS
Juan Benito Argüelles ha sido, junto a Lola F. Lucio, el promotor de cuantas actividades culturales se desarrollaron en Oviedo en los últimos 40 años. Estudió Derecho y Letras y como catedrático de Francés ejerció la enseñanza en la Universidad de Oviedo y en institutos de Asturias. Fue secretario de Camilo José Cela, fundador de la Alianza Francesa de Oviedo, cofundador del Premio Tigre Juan, y en 1980, de Tribuna Ciudadana, que fue, y lo sigue siendo, una importante asociación cultural.
Con unos principios democráticos y con el entusiasmo de hacer de Oviedo una ciudad más rica culturalmente, Benito y Lola, con 12 de los suyos —como en el poema de Manuel Machado sobre el destierro de El Cid—, lograron hacer crecer un proyecto necesario en la España de la Transición, nombrado Bien de Interés Cultural. La primera conferencia, sobre Lorca, fue impartida por Martínez Nadal; acudieron a su llamada los más prestigiosos escritores, políticos, artistas y periodistas de todo el mundo: Alberti, los poetas de la Generación del 50, Bunge, Adolfo Suárez, Guerra…, todo, dentro de un marco pluralista y con especial preocupación por mantener el equilibrio en la participación de las tendencias.
Juan Benito definió así la filosofía de Tribuna: “La cultura, cuando es auténtica, es algo gozoso, gratificador y divertido”. Sus amigos Ángel González, Alarcos, Cueto, Gustavo Bueno y Paco Ignacio Taibo se unieron al entusiasta proyecto de Juan y Lola, que dejaban su casa a los conferenciantes que se quedaban con su amistad.
José Agustín Goytisolo decía que se iba a declarar insolvente para venir a vivir a Oviedo al cobijo de Lola y Juan. Muchos son los escritores que sin duda recordarán con cariño los días pasados con ellos: Manuel de Lope, Vicent, Bousoño, Bryce o Caballero Bonald, quien en 1994 escribió: “Como casi nadie ignora, Juan Benito Argüelles es un viajero romántico francés que se perdió un día por algún intrincado laberinto de la montaña asturiana”, o Cela que dijo: “Juan Benito no es un hombre de fines sino de principios y piensa más en las razones y en las trayectorias que en los resultados”.
Tuve la fortuna de presidir durante tres años esta “reunión de intelectuales” cuando me dio el relevo Juan, hasta hoy presidente honorífico, habiendo sido una de las etapas profesionales más interesantes de mi vida.
En 1994, un año después de haberme propuesto para continuar su labor como presidente de Tribuna Ciudadana, la Asociación organizó un homenaje en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, en el que participé junto a Emilio Alarcos Llorach, Gustavo Bueno, José María Laso, Antonio Masip, José Luis Mediavilla y José Ignacio Gracia Noriega.
Poco después se publicó el libro al que se unieron con un texto: Alfredo Bryce Echenique, José Manuel Caballero Bonald, Camilo José Cela, Juan Cruz, José Agustín Goytisolo, Manuel Lombardero, Manuel de Lope y José Llamas.
Ángel González, desde Nuevo México, escribió una introducción a aquel libro que tituló “Extenso preámbulo a un prólogo brevísimo” que se le pidió al tiempo que a los demás para que el libro estuviera en la calle con mucha rapidez, y por eso escribió: “No conozco el libro que me propongo prologar, no sé quiénes son sus autores; temo que ni siquiera esté todavía escrito cuando redacto estas líneas. La escritura de un prólogo a un libro inexistente puede parecer un acto de irresponsable petulancia, pero, considerando el asunto que el supuesto libro se propone tratar no creo que haya por mi parte ni petulancia ni irresponsabilidad. Mi viejísima familiaridad con el tema o el sujeto – que también así puede llamarse, y en este caso es más propio- al que está dedicado me permite saber cómo debe ser el libro imaginario que me propongo prologar”.
A continuación escribió sobre su amigo J.B las más bellas palabras que podemos imaginar.
Mi texto de homenaje, que titulé BENITIANA, decía así:
Conozco a Juan Benito desde hace algunos años -muchos menos que todos los que hoy prestan su voz a este homenaje-, y desde entonces no ha dejado de sorprenderme su personalidad inquieta, ese constante amor a la cultura y, sobre todo, su arrolladora facilidad para hacerme sentir querido, embaucado por su cálida forma de ofrecer su amistad sin condiciones.
Recuerdo la primera vez en que me acerqué a su casa para pedirle que colaborara en la presentación de un libro. Llevaba yo un recorte de prensa casi modo de guía para peregrinos. El artículo lo firmaba José Ignacio Gracia Noriega y en él se hablaba de la casa de Juan Benito, en Independencia, 18 (su celebrado palacio de invierno), y avisaba al caminante de que era un segundo piso con trampa, puesto que antes había que pasar por el Principal, lo que lo convertía en un tercero. Ahora, el brillante ascensor que se ha incorporado a la tranquila vida vecinal, ya no tiene en cuenta esas licencias poéticas.
Independencia 18 ha sido siempre como una versión de Velintonia de provincias, aunque también por aquí pasaron poetas, pintores, filósofos y políticos venidos de la Corte. En una de las fotos que ilustraban el artículo se veía una habitación muy ordenada y una cama. El pie, decía: “Aquí duerme el poeta Ángel González cuando viene de Albuquerque”.
En el amplio salón de la calle Independencia se ha hablado de todo, se han librado justas literarias de altura, bellísimas lecturas poéticas, disquisiciones filosóficas, proyectos políticos utópicos, se han celebrado caídas de dictaduras, se ha reído a placer y se han hecho amigos que, con Juan Benito como núcleo, hicieron de su palacio de invierno un punto cálido de encuentro. La abundante mata de pelo blanco de J.B., a pesar de estar tan acostumbrado a verla pasear por Oviedo, en las altas paredes de su casa, embellecidas por los libros y los cuadros, me producía una impresión distinta. He de confesar que las primeras veces me hizo pensar en un gurú o en un patriarca de rostro bondadoso. Ahora, en cambio, creo que cada vez se parece más a todos los que en la historia del mundo han estado en el antisantoral de las cosas.
La amistad de Juan Benito es una amistad completa, hospitalaria y coral porque allí estaban su casa, sus libros, el buen vino seleccionado atentamente antes de descorchar la botella. Así, con la misma generosidad, incluyó a todos sus amigos, con los que hoy comparto este homenaje, y otros muchos como Eduardo Úrculo, Orlando Pelayo, Paco Manzanares o Ángel González.
Tal vez fuera Tribuna ciudadana su contribución más notoria y notable a la causa cultural de la Transición. Los que hemos estado a su lado durante estos años sabemos que lo que siempre caracterizó el trabajo de Juan Benito al frente de Tribuna fue una envidiable tenacidad para resistir calamidades, que algunas fueron, y su capacidad para repartir juego cultural y democrático con sabia mano izquierda.
Voy a esbozar un itinerario benitiano, a modo de brevísimo diccionario de bolsillo, una guía doméstica para andar por J.B. He aquí algunas de las palabras que se me ocurren:
A de Amistad. Amistad a lo largo, como en el poema de Gil de Biedma. Pero esta A que inaugura este diccionario se puede extender a otras muchas, por ejemplo, a la A de Amoroso, o a la A de Actor.
C de Cela. Porque no podríamos olvidar su importante contribución a la obra celiana, que tanto leyó, corrigió, aireó y, probablemente, hasta mejoró. Y ya que estamos en ello, a esta C se le podría añadir otra acepción: la de Cachondo.
G de Gastrónomo. De lo que pueden dar fe sus amigos de la Cofradía de la Buena Mesa, o de la de los Quesos, de los que tanto sabe Juan Benito. Se dice de él que es el autor del mejor ibro sobre quesos asturianos que aún no se ha escrito. La G da también para algo más en lo que J.B es un gourmet: la Generosidad.
H de Humor. Del bueno, del caritativo, del que empieza por uno mismo. Pero hay más haches: la de Honorable, la de Honrado.
I de Ironía. De la mejor escuela, la de la Generación del Cincuenta. El ingenio de los juegos de palabras. La cálida distancia intelectual. La cercanía de lo chispeante. La sonrisa. También la I de Interesante, de Inquieto.
L de Lector. La frase de Plinio: “Nulla dies sine linia” la completa J.B. con “Ni un día sin una línea… para ler”. La L de Liberal, de Lastres. La L mayúscula de Lola.
P de Político. Pero de la política de todos los días, la de la apuesta ciudadana, la que va ligera de equipaje, sin sillón, o con uno pequeño, floreado y de entrañables orejas, que nadie lo mueve sino él mismo cuando quiere atrapar un rayo de sol de la ventana. Pero además está la P de Polígloto, de Poético, de Paseante solitario (en eso, no en otra cosa, se parece a Rousseau), de Puelles, hasta cuya casa sube el suave eco gregoriano desde las mismas entrañas del Conventín de Valdediós.
T de Tigre Juan, de Tribuna Ciudadana, de Transgresor.
Admiro de J. B. su impecable figura civil, su dignidad y también el saber qué hacer en cada momento, y sobre todo cómo hacerlo. Cada vez que paso bajo su ventana alzo la vista para intentar vislumbrar alguna luz que me indique que está en casa. Me permito parafrasear los últimos versos de La casa encendida, de Luis Rosales, para expresar mi sensación:
Yo, como Rosales, al llegar a tu casa, Independencia 18, ya de noche
al mirar hacia arriba,
veo iluminadas, obradoras, radiantes, estelares, las ventanas,
-sí, todas las ventanas-.
Gracias, Benito, la casa está encendida.
La revista La estafeta literaria tiene una larga historia. Han sido muchos los cambios desde su fundación, en 1944, con aires triunfales, hasta que en 1978 Luis Rosales la refunda y dirige como Nueva Estafeta. Son aires renovados, como lo exigen los nuevos tiempos.
Yo había leído La estafeta literaria en una de sus etapas entre los años 1970 y 1973 y, en plena Transición política, seguí la nueva revista con verdadera fruición, y hasta llegué a tener todos los ejemplares, que conservé durante unos cuantos años, como hice también con otras revistas: El viejo topo, Camp del´arpa, Poesía y Cuadernos del Norte.
En uno de aquellos números de Nueva Estafeta leí un poema muy breve del autor sirio Nizār Kabbani, (Damasco, 1923-Londres, 1998), uno de los más importantes poetas árabes contemporáneos, un intelectual que fue además diplomático. Kabbani, que vivió en España de 1962 a 1966 en calidad de consejero de la Embajada siria en Madrid, sintió siempre un gran amor por nuestra tierra y de la cultura árabe andalusí surgieron muchos textos y no menos poemas, como se ve en este recuerdo cordobés, que recoge el arabista y profesor de la Autónoma, Pedro Martínez Montálvez en su texto “Al-Andalus y Nizar Kabbani: La tragedia”.
“Yo siempre he elegido el color verde para retratar la época árabe en la ciudad de Córdoba, ya que lo considero el color más expresivo de la Naturaleza. Cuando los árabes se establecieron en Andalucía, no emplearon más que el color verde. Su poesía, su prosa, su pensamiento y su conciencia también eran así. Los conquistadores —todos los conquistadores— han sembrado de espadas los lugares por donde pasaban; en cambio, la conquista árabe fue la primera que sembró versos en lugar de espadas. Es la primera conquista que llevó plantones de palmeras, de naranjos, enredaderas, jazmines y fuentes de agua(…). Los lazos entre árabes y Andalucía, lo digo y lo repito, son lazos de amor, Y ésta es la primera vez en la historia en que la conquista se convierte en amor y en la que la espada toma la forma de la rosa”.
Vuelvo al Kabbani poeta y al poema que leí en Nueva Estafeta en los primeros años 80. Impresionado por lo que aquellos cuatro versos contenían de historia común y de nostalgia, los memoricé sin saber que ahora los volvería a recordar viendo una vez y otra vez más, las imágenes de una ciudad como Damasco y de un país como Siria, desangrándose sin remisión:
Por las calles de Córdoba,
a menudo,
me he metido la mano en el bolsillo para sacar la llave
de mi casa en Damasco.
LA COSA EMPIEZA REGULÍN
Espero que la diosa fortuna os haya acompañado a todos durante las vacaciones. Yo no he tenido queja porque el mar, las siestas a la sombra, los buenos libros, los pescados a la plancha y alguna cosita más te compensan de los sinsabores del invierno. Pero hete aquí que recién regresado a la urbe me encuentro con la cruda realidad, y como no quiero parecer frívolo por lo que voy a decir, tengo en cuenta ante todo el drama humano de los inmigrantes que siguen llamando a las puertas del Cielo. Pero es que un nuevo cierre de una librería, como ha ocurrido con la de Paco Camarasa y Monse Clavé en Barcelona, la queridísima “Negra y Criminal”, supone mucho más que el cierre de una librería. Esto es otra señal de que estamos asistiendo a un cambio en las costumbres ciudadanas, que optan por leer un libro (o ninguno) al año. Este año toca La chica del tren, como en años anteriores fue el ínclito Dan Brown o desde un tiempo ya largo, las no sé cuántas sombras de un tal Grey, que alguien calificó de maltratador de manual.
El titular de la noticia de ayer en El País, dice que fue ”el cliente infiel quien asesinó a la librería”, Carlos Zanón, al lado, escribe en su columna de opinión: “Hay más causas. Todos los críticos, blogueros, periodistas, autores que se sacan por la patilla los libros: los que necesitan y todos los demás. Eso sí, ahora todos con el pañuelo, indignados”.
Hace tiempo que nos dejamos aconsejar por la sabiduría lectora de Paco Camarasa y Monse Clavé, y, como es natural, también hemos comido mejillones con ellos, porque, como dice la noticia, los libreros recordaron que en sus 13 años de vida han ofrecido 1.250 kilos de mejillones. No son moluscos caros, aunque también había vino, no obstante, tacita a tacita…
Queridos, nos veremos en el festival BCNegra. Un largo abrazo.
ANÉCDOTA LITERARIA
Leo, como cada sábado en Babelia, a Manuel Rodríguez Rivero. Buen conocedor de la literatura universal, R. R., resulta interesante e instructivo en todo lo que cuenta. Por cierto, enhorabuena a su directora, Berna González Harbour, porque ha logrado mantener viva la atención en el suplemento, y en estos tiempos de penuria cultural es muy de agradecer.
A lo que iba: en el Babelia del 15 de agosto dedicado a La guerra de Troya cuenta R. R., lo siguiente: “Una de mis (muchas) frustraciones como editor fue no haber reeditado La calle de la aventura, de Sir Philip Gibbs, una novela que encontré (y “requisé”) en la biblioteca de mi tío Federico, que tenía un ejemplar de la edición española de Cisne (1959).
Esta anécdota me recordó un episodio similar que me ocurrió a mí en el año 2001, aproximadamente, en Santillana. Siendo yo el responsable de la comunicación de las editoriales del Grupo, me regaló Amaya Elezcano, a la sazón directora de Alfaguara, los 7 tomos en piel de las Memorias, de Giacomo Casanova, de la editorial Aguilar, en traducción de Gloria Camarero e ilustraciones de dibujos originales de De Maillart, primer gran premio de Roma. Esas Memorias que durante más de veinte años yo había perseguido sin éxito, primero porque era muy joven y no me alcanzaban los ahorros, y más tarde porque se había agotado la edición, llegaba por fin a mis manos. Amaya me las regaló. Yo los “descubrí” en una estantería de su despacho y tal vehemencia debí mostrar en el relato que ella me los dejó al día siguiente sobre mi mesa diciéndome que estaba segura de que esos libros tan anhelados eran para mí.
¿Qué pasó entonces para que la anécdota que cuenta R.R., me recordase aquel episodio?, pues ni más menos que, tras el regalo, yo no llevé los libros a mi casa inmediatamente. Los dejé en la estantería de mi despacho esperando el momento adecuado, cuando… ¡oh, porca miseria!, un mal día no estaban allí, habían desaparecido. ¡Los 7 tomos de Casanova, en piel, se habían esfumado!, alguien había decidido “requisar” las Memorias que yo había anhelado toda la vida, así que el artículo de Rodríguez Rivero me hizo pensar por un momento en su tío Federico, en el supuesto de que hubiese detectado la “pérdida” de La calle de la aventura, su disgusto monumental que, como me ha sucedido a mí, no habrá olvidado nunca.
No creo que el tío Federico haya recuperado su ejemplar. A mí, la fortuna en forma de mujer, me regaló después por mi cumpleaños, la Historia de mi vida, de Giacomo Casanova, con prólogo de Félix de Azúa y traducción y notas de Mauro Armiño, en los dos tomos que publicó Atalanta en 2009.
RENOVARSE O MORIR
Carlos Osoro, arzobispo de Madrid:
“Veo a Carmena con actitud de buscar lo mejor para Madrid”
“El católico y la Iglesia no tienen un partido determinado”
¡DESTRUID, DESTRUID, MALDITOS!
Grecia, Palmyra (en Siria), Damasco…, y ahora Alejandría: “Decenas de palacetes como el de Lawerene Durrell, últimos testigos del pasado cosmopolita de la urbe mediterránea, pueden desaparecer por el boom del ladrillo”.
FRIVOLITÉ
Alex Hafner, actor austriaco de 28 años, le dice esto a la periodista, y va en el titular: “Ligo más cuando hablo en francés”. Alto, guapo, melenita rubia y sonrisa permanente, va en vespa.
Periodista: ¿Qué frase utiliza para ligar en francés?
Guapo Alex: Tu est très belle (Eres muy guapa)
¡Ahí es nada el chaval!, aún le echa humo el cerebro.
NADA FRÍVOLO
1. Se ha muerto Daniel Rabinovich, del grupo Luthiers. Tenemos uno menos en la nómina de nuestros queridos y lúcidos monstruos.
2. He visto una foto de Sean Connery de 1963 en la competición de Mister Universo, y otra (más abajo), también en bañador, de pie, leyendo un libro, con el mar al fondo. No está tan lejos el recuerdo de un Connery maduro, interesante y barbado. He vuelto a ver una foto suya con 85 y me he acordado de la frase de otro de los pocos lúcidos que en el mundo han sido: Philip Roth, esa que dice que la vejez es una masacre.
LO PEOR
Reza el titular de El Mundo:
“Natividad Jáuregui Espina, Pepona. La etarra de las mariscadas y el tiro en la nuca, impune”.
Entrar en la noticia que amplía este titular es para vomitar hasta lo que comiste el año pasado. Busco solo los destacados:
“La mujer que mató a nuestro padre es una celebridad que da clases de cocina en Gante”/ “En 2013 Bélgica no la extraditó porque España la “torturaría” / “Vinculada a otros cinco asesinatos, políticos y artistas la contratan para el catering de sus fiestas” / “No ha estado en la cárcel ni un minuto” / “Ahora pide que se acabe con la masacre de delfines en Japón”.
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El post de este jueves, último del periodo estival hasta septiembre, va de recomendaciones de libros. Algunos autores de Dos Passos -los otros están de vacaciones- se han brindado a darnos los títulos de los libros que han considerado mejores para estos días. Gracias a todos por su colaboración, y a los lectores que les aproveche este menú de letras.
Natalia Sanmartín Fenollera:
Siempre hemos vivido en el castillo. (Editorial Minúscula; colección Tour de force), de Shirley Jackson. Inquietante, oscura y maravillosa.
Natalia, a punto de cerrar el blog, envía un correo en el que dice que quiere hacer una recomendación de un ensayo de filosofía. Añade que «puede parecer para abrirse las venas en verano», pero al final se decide proponerlo, siquiera sea para leer algo «sólido». El libro en cuestión se titula Tras la virtud, su autor es Alasdair Macintyre, y la editorial, CRITICA. Sigue diciendo natalia: «Es un clásico de un profesor de Filosofía de la Universidad de Manchester, Alisdair MacIntyre, de 1929. Es filosofía, pero apta para el no acostumbrado a leer. MacIntyre pertenece al Socialist Worker Party británico y utiliza los ejemplos históricos y la narrativa para hablar de filosofía. Pero, es filosofía. Es un antimoderno y un rebelde y un brillante total. Antikantiano y aristoteliano…, en realidad, antimuchas cosas. Yo no estoy de acuerdo en todo con él, pero es muy bueno».
Y para abrirnos el apetito, continúa Natalia: «Mira cómo comienza…hay que masticar, pero no es verdura; es carne con sangre»:
«Imaginemos que las ciencias naturales fueran a sufrir los efectos de una catástrofe. La masa del público culpa a los científicos de una serie de desastres ambientales. Por todas partes se producen motines, los laboratorios son incendiados, los físicos son linchados, los libros e instrumentos, destruidos. Por último, el movimiento político «Ningún Saber» toma el poder y victoriosamente procede a la abolición de la ciencia que se enseña en colegios y universidades.»
Ernesto Pérez Zúñiga. Te mando una lectura newyorkina y otra ibérica, ambas poderosas:
Ciudad abierta, de Teju Cole. Acantilado
Brilla, mar del edén, de Andrés Ibáñez. Galaxia Gutenberg
Natalio Grueso:
Abdul Bashur, soñador de navíos, de Álvaro Mutis. (Hay muchas ediciones, Cátedra, Punto de lectura…, yo lo tengo en Debolsillo. Es parte de la saga de Maqroll el Gaviero).
Solamente tú, de Woody Allen, Tusquets. Contiene un relato maravilloso titulado «El episodio Kugelmass”.
Poesía completa, de E.E. Cummings (no sé quién lo edita en español)*. Hay un poema precioso, «nadie, ni siquiera la lluvia, tiene manos tan pequeñas»
*Puesto que yo tampoco sé dónde está publicada su obra completa, podríamos recomendar Buffalo Bill ha muerto: Antología poética 1910-1962, en Hiperión, 1998 (N. del E.).
Carmen Gallardo:
La vida equivocada, de Luisgé Martín. Editorial Anagrama.
Paloma Bravo:
Alguien, de Alice McDermott. Libros del asteroide
10:04, Ben Lerner. Mondadori
Felices los felices, Yasmina Reza, Anagrama
Pablo del Palacio:
Invisible, Paul Auster, Anagrama
La soledad de los números primos, Paolo Giordano, Salamandra
La Opción B, de un tal Pedro Bravo, Temas de Hoy
Luisgé Martín: Jardín, Pablo Simonetti, Alfaguara
David Vicente:
Matar a un ruiseñor, de Harper Lee. Reedición de la editorial Harper Collins Ibérica, en traducción de Belmonte Traductores.
Y otras dos, de dos compañeros de agencia:
La misma ciudad, de Luisgé Martín, Anagrama.
El brillo de las luciérnagas, de Paul Pen, Plaza&Janes.
María Iglesias:
Entre mis últimos descubrimientos, La buena novela, de Laurence Cossé (Impedimenta, 2012) es una interesante opción para leer este verano. Su arranque con una serie de misteriosos ataques a personajes en principio desvinculados, conduce a un núcleo donde una singular historia de amor a tres bandas y la pasión por la literatura cobran protagonismo.
Más intenso y arrebatador es el clásico contemporáneo -también francés- Jules et Jim, de Henri Pierre Roché (1953) que inspiró la película homónima de François Truffaut. Agotada hace años su edición española (Debate, 2002), este magnífico libro clama por ser reeditado, mientras los lectores deben bucear o en la versión original (Folio, 2015) o en catálogos de bibliotecas para localizar un ejemplar. Pero todo esfuerzo se verá recompensado por la fuerza de personajes que, estrenando el siglo XX, se atrevían a ser libres y desafiar convenciones que hoy vuelven a parecer inmutables.
Finalmente, el libro inesperado que ha llegado a mí este julio, vía regalo, es la no ficción de Suki Kim Sin ti no hay nosotros. Una infiltrada entre la élite de Corea del Norte (Blackie Books, 2015). Y aunque estoy aún en su inicio, tanto el tema como el tono me han atrapado. Razón por la cual, llamo la atención sobre él.
José C. Vales:
Cosmotheoros. Conjeturas relativas a los mundos planetarios, sus habitantes y producciones. Christiaan Huygens: Jekyll & Jill, Zaragoza, 2015. (Trad.: Rubén Martín Giráldez / Ilustr.: Alejandra Acosta).
Este libro puede considerarse una obra de arte. Se trata de una joya publicada por la pequeña editorial zaragozana Jekyll & Jill. Es un texto del astrónomo Huygens (siglo XVII) sobre las posibilidades de vida extraterrestre en lejanos planetas. Esta maravillosa edición está ilustrada por Alejandra Acosta, con más de veinte láminas, y los grabados del autor. Es el libro del año, seguramente.
Post-data. Curiosa historia de la correspondencia. Simon Garfield. Taurus, Madrid, 2015. (Trad.: Miguel Marqués).
Este libro, con una de las portadas más llamativas del curso, es una historia de la correspondencia, las cartas, las tarjetas vacacionales y todo el universo postal que ha desaparecido como por ensalmo y por el que no hemos derramado ni una sola lágrima. Simon Garfield propone una narración amena e interesantísima de la comunicación privada por escrito.
1927: un verano que cambió el mundo. Bill Bryson: RBA, Barcelona, 2015. (Trad.: Ana Mata Buil).
Esta es la nueva obra en España de Bill Bryson, que ya nos sorprendiera, emocionara y fascinara con En casa: una breve historia de la vida privada. En esta ocasión, Bryson se entrega a la descripción de los alegres años 20, sobre todo en Estados Unidos (Al Capone, Wall Street, Lindbergh, el cine sonoro…). Los fans de los alegres años veinte, las flappers y la jazz age tenemos aquí una obligación.
Paul Pen:
A mí en verano lo que más me apetece leer son libros que incluyan grandes viajes y/o hablen del verano. Mi trío de recomendados sería:
Mi familia y otros animales, de Geral Durrell. Aventuras veraniegas del famoso naturalista cuando era niño y se trasladó a vivir a la isla griega de Corfú. Divertido, emocionante y didáctico. Lo tiene Alianza Editorial.
El vino del estío, de Ray Bradbury. El verano de 1928 en el que Bradbury tenía doce años, contado por él mismo en pequeñas historias casi independientes dedicadas a los pequeños detalles que hacen mágico el verano: el olor del césped recién cortado, las largas tardes en un balancín o el sonido de las cigarras. Lo tiene Ed. Minotauro.
The lost continent, de Bill Bryson. De Bryson me sirve cualquier libro, son todos buenísimos y perfectos para el verano. Mi preferido es éste en el que cuenta su largo viaje por Estados Unidos buscando por carretera el pueblo perfecto. Creo que no se ha traducido al español.
Esther Bendahan:
Sumisión, de Michel Houellebecq, Anagrama.
El Hombre que amaba a los perros, de Padura, Alianza.
Un pedacito de tiempo y otros relatos, Ida Fink, Confluencias.
Guillermo Roz:
Yo fui Johnny Thunders. Carlos Zanón. RBA
Con el sol en la boca. Matías Néspolo. Libros del Lince
Subsuelo. Marcelo Luján. Salto de página
Martín Sotelo:
Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, editorial Lumen, porque a mi juicio es el libro que mejor recoge el ambiente veraniego, el despertar al verano y su inevitable final.
Luz de agosto, de William Faulkner, editorial Alfaguara, porque respira calor y polvo de caminos inciertos, por incluir el mes de agosto en el título y porque es la mejor novela para adentrarse en el mundo de Faulkner.
Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia, editorial RBA, me lo leí hace poco y me gustó mucho. Es una gran novela, bastante desconocida, que vale la pena recomendar. Reúne lo mejor de los autores latinoamericanos. Es una de las mejores novelas que he leído últimamente, y la leí con cierta rabia por no haber caído en mis manos antes.
Marifé Santiago:
El libro es de Anatole Broyard: Cuando Kafka hacía furor, memorias del Greenwich Village, de la segoviana y extraordinaria editorial La Uña Rota. Más que recomendable. Lo he leído estos días y he disfrutado lo estupendamente bien que está escrito, lo delicioso de hacer memoria de esencias que no cambian y mutan, con otros nombres, con otras apariencias, en el tiempo… Y saber que, pase lo que pase, siempre hay personas “en vela” para que la creatividad y los sueños no se apaguen. A eso se le llama “Belleza”, y cuando se traduce al mundo cotidiano, se convierte en Justicia, Respeto y Dignidad. Nada de esto está reñido con un punto de vista divertido, de una frivolidad que es alegría y no mediocre inconsciencia.
***
Y como en este blog la poesía siempre se recibe con regocijo y alborozo, copio el poema elegido por Natalio. Leedlo despacio y cadenciosamente para paladearlo como se merece.
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas
e.e. cummings
tu mirada más leve me abrirá sin esfuerzo
aunque me haya cerrado como unos dedos,
tú siempre me abres pétalo a pétalo como abre la primavera
(tocando hábil, misteriosamente) su primera rosa.
o si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos muy delicadamente, de repente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosamente por todas partes;
nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala
el poder de tu inmensa fragilidad: su textura
me domina con el color de sus países,
produciendo muerte y eternidad a cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre; pero algo en mí comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas.
(Y aquí, el poema original, por si alguien lo quiere retraducir)
nobody, not even the rain, has such small hands
somewhere i have never traveled, gladly beyond
any experience, your eyes have their silence:
in your most frail gesture are things which enclose me,
or which i cannot touch because they are too near
your slightest look easily will unclose me
though i have closed myself as fingers,
you open always petal by petal myself as Spring opens
(touching skilfully, mysteriously) her first rose
or if your wish be to close me, i and
my life will shut very beautifully, suddenly,
as when the heart of this flower imagines
the snow carefully everywhere descending;
nothing which we are to perceive in this world equals
the power of your intense fragility: whose texture
compels me with the colour of its countries,
rendering death and forever with each breathing
(i do not know what it is about you that closes
and opens;only something in me understands
the voice of your eyes is deeper than all roses)
nobody, not even the rain, has such small hands.
Salud y felicidad. Hasta el 3 de septiembre
Safo, Woolf, Storni, Tsvetaeva, Pizarnik, Plath, Sexton…, todas estas poetas se suicidaron.
Hoy recordaremos a las dos últimas, Sylvia Plath y Anne Sexton; ambas mujeres tienen el don de la palabra y sus obras son reconocidas y premiadas en vida. Se conocen en el taller de Robert Lowell, un poeta que ensalza la literatura intimista, y las dos toman el camino de plasmar en el papel sus trastornos y sus soledades, la ausencia figuras paternas en su infancia. Ambas ahondan en la parte oscura del ser humano.
SYLVIA PLATH (1932-1963)
El 11 de febrero de 1963 Sylvia Plath tiene 30 años y dos niños, Frieda y Nick, de tres y un año. Su marido, el poeta mujeriego Ted Hughes, se ha ido con otra mujer. A las seis de la mañana, Plath se levanta y prepara el desayuno a sus hijos –leche, pan y mantequilla- que les lleva en una bandeja a la habitación. Sin esperar a que terminen, regresa a la cocina, cierra la puerta y ciega cualquier abertura al exterior con toallas. Después abre el gas y a continuación introduce la cabeza en el horno.
Sylvia Plath escribió su primer poema a los ocho años. El destinatario es su padre muerto: “Papá, hubiera querido matarte, pero/ moriste antes de que me diera tiempo…”. La ausencia tan temprana de su padre hizo mella en un corazón tan frágil y devastado. Sufrió la soledad y la ausencia y escribió desde ese dolor que no se iba nunca, a pesar de plasmarlo constantemente en sus versos, verdaderos argumentos en los que la muerte es el único camino de perfección:
Morir
es un arte, como todo.
Yo lo hago excepcionalmente bien
Tan bien, que parece un infierno.
Tan bien, que parece de veras.
Supongo que cabría hablar de vocación.
ANNE SEXTON (1928-1974)
Anne Sexton le “reprochó” a su amiga Sylvia Plath haberle robado la idea del suicidio:
“¡Ladrona! ¿Cómo te has metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y tanto tiempo?”.
El 4 de octubre de 1974, tras revisar las galeradas de su manuscrito, El horrible remar hacia Dios, y almorzar con su editor, Anne Sexton –Pulitzer en 1967- vuelve a su casa. Allí se pone el abrigo de piel de su madre y se quita todos los anillos. Se sirve un vodka y con el vaso en la mano entra en su garaje y se encierra. Atrapada por la rutina, tras una nueva recaída en el alcoholismo y con un matrimonio destruido, se sienta al volante de su automóvil, un Ford Cougar de color rojo, y enciende la radio. Y el motor.
Había escrito: “Estoy viva en la noche. / Estoy muerta de mañana”.
DOS POEMAS
DESEANDO MORIR / ANNE SEXTON
Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.
Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.
Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.
En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.
De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.
No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.
Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.
¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,
y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
para reparar delicadamente una vieja herida,
para liberar mi aliento de su dañina prisión.
Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.
SOY VERTICAL / SYLVIA PLATH
Pero preferiría ser horizontal.
No soy un árbol con las raíces en la tierra
absorbiendo minerales y amor maternal
para que cada marzo florezcan las hojas,
ni soy la belleza del jardín
de llamativos colores que atrae exclamaciones de admiración
ignorando que pronto perderá sus pétalos.
Comparado conmigo, un árbol es inmortal
y una flor, aunque no tan alta, es más llamativa,
y quiero la longevidad de uno y la valentía de la otra.
Esta noche, bajo la luz infinitesimal de las estrellas,
los árboles y las flores han derramado sus olores frescos.
Camino entre ellos, pero no se dan cuenta.
A veces pienso que cuando estoy durmiendo
me debo parecer a ellos a la perfección-
oscurecidos ya los pensamientos.
Para mí es más natural estar tendida.
Es entonces cuando el cielo y yo conversamos con libertad,
y así seré útil cuando al fin me tienda:
entonces los árboles podrán tocarme por una vez, y las flores tendrán tiempo para mí.
En 2012, Ana Marcos escribía en El País:
«Construyamos fantasía en tiempos sin fantasía y en los que el destino es una puerta que conduce a ninguna parte», decía Paco Ignacio Taibo II, escritor y director de la Semana Negra en la recepción en el Ayuntamiento de Gijón el pasado viernes por la tarde. A su lado, Rafael Felgueroso, primer teniente de alcalde y concejal de Seguridad Ciudadana del Foro de Asturias -partido de Francisco Álvarez-Cascos, presidente del Principado-, aguantaba estoico la ovación que algunos de los 140 autores que participan en el evento daban al escritor asturmexicano. El cambio político en la alcaldía de la ciudad asturiana puede significar que la edición 24ª de este festival literario sea la última.
Hace unos días, en el mismo diario, la periodista y escritora Berna González Harbour, decía lo siguiente:
“Estamos a bordo del tren negro, que lleva a decenas de autores a la cita más veterana y callejera del género: la Semana Negra de Gijón, que mantiene la chispa después del susto que supuso la victoria del Foro Asturias en una región de tradición roja, como manda el reglamento negro. Con menos presupuesto, pero las mismas ganas, arranca el festival, y bajo el foco no solo están los grandes autores del momento, sino una colección de estrellas que poco o nada tienen que ver con la sangre y las pistolas, pero sí con la diversidad que ha llegado hasta aquí”.
Este verano, el encuentro novelístico negro con más arraigo en España, arrancó el pasado 11 de julio, y su director, Ángel de la Calle, destacó: “La Semana Negra va a convertirse en los metros cuadrados del planeta con la mayor cantidad de talento narrativo durante diez días”.
Asistimos a la presentación que hizo Berna González Harbour de Sara (Alfaguara), lo último del nicaragüense Sergio Ramírez. “Enorme Sara”, en palabras de Harbour, “novela cargada de humor fino, habilidad y riqueza”, y a continuación, la presentación de Los ciervos llegan sin avisar (RBA), última obra de Berna, a cargo de Toni Hill, Los amantes de Hiroshima (DEBOLSILLO). Y el sábado 18, Guillermo Roz, con su reciente premio de Novela Fernando Quiñones, Malemort, el impotente (Alianza), será presentado por el chileno Luis Sepúlveda, afilado en Gijón (y gijonudo de adopción), desde los 90, pocos años después de que ganara el Tigre Juan de Novela con la historia más vendida en el mundo: Un viejo que leía novelas de amor (primera edición en Júcar, Gijón, 1989, todas las demás en Tusquets).
Tenía que encontrarme allí, y fue una gran alegría, con Daniel Mordzinski (si digo fotógrafo me quedo corto, ya pensaré en algo más), que de nuevo disparó sobre mí -con la ayuda de Carlos Salem- con la precisión de un gran músico al ejecutar una partitura. Es una suerte que esté cada día en las páginas de verano de El País; por cierto, la de ayer con Toni Hill ahorcado en una cama es antológica.
La “fiesta negra” comenzó el día 10 en el mismo emplazamiento del año pasado, muy cerca de la playa de Poniente y del puerto deportivo, en los alrededores del Musel gijonés, y será una fiesta continua hasta el 19 de julio, en que cerrará sus puertas hasta, ojalá, el próximo año. Por aquí habrán pasado cientos de escritores, poetas, fotógrafos, periodistas… para demostrar una vez más lo que Ángel de la Calle dijo: “… la mayor cantidad de talento…”.
***
Lo supe por este tuit de Pablo Carbonell: «Javier Krahe ha muerto en su casa de Zahara esta noches a las 5h. Es así». De pronto me vi en La Mandrágora, en La Latina madrileña, hacia 1982, ”en un sótano más negro que mi reputación”, que dijera Gil de Biedma, viendo y escuchando la ironía de Krahe, Sabina y Alberto Pérez. Fue fácil hablar con él. Me prometí llevarlo a Oviedo, en donde vivía, y pocos tiempo después lo logré. Muchoas años más tarde, en el verano de 2003, estando con Aute en Zahara lo encontramos en un bar, tan curtido y elegante como siempre, sonriente y amable y amigo de sus amigos. Por la noche, Palmira y yo entramos en el cine al aire libre y allí estaba. Krahe fue un referente brasseniano. Y un poeta, bebedor de los mejores: el siglo de Oro, los del 27, la generación del 50, por supuesto. Ayer, cuando lo recordó en su blog mi amigo Javier Lasheras: https://javierlasheras.wordpress.com/ que tituló “Días de verano”, le escribí a vuelapluma este homenaje, pasado por Calderón, que se me ocurrió leyéndolo.
Adiós, Krahe, adiós,
¡qué juntos andan, ay Dios,
el pesar y la alegría!
El fin de semana pasado se celebró en Madrid el día del Orgullo, diez años después de que el gobierno Zapatero aprobara la ley de matrimonio igualitario, cuyo adalid socialista fue el recientemente fallecido Pedro Zerolo, a quien la marcha del sábado recordó de manera especial. Diez años después, al panorama reivindicativo se han sumado los líderes políticos que han ganado las últimas elecciones municipales y autonómicas o se han aproximado tanto al poder que gracias a esas formaciones la izquierda podrá gobernar los próximos cuatro años. Por primera vez en Madrid, una alcaldesa de izquierda (desde Tierno Galván), Manuela Carmena, esperaba la cabalgata festiva en el escenario de la plaza de Colón para celebrar este movimiento que, afortunadamente y mal que les pese aún a muchos recalcitrantes inquisidores, puede cantar bien alto “A quién le importa lo que yo diga/…lo que yo haga”, etc.
La noche del 29 de junio de 1969 los clientes habituales del Stonewall Inn, un lugar de ambiente en el Greenwich Village neoyorquino, se rebelaron contra la policía que irrumpió en una de sus redadas habituales. Los clientes gays, e incluso los que no lo eran, se concentraron delante del bar y durante tres noches se opusieron a la policía con todo lo que encontraban a mano. Fue el día en que los maricas perdieron su cara de miedo, en palabras del poeta Allen Ginsberg. El Orgullo gay ganaba una fuerza que hasta hoy no ha hecho más que avanzar, demostrando que «fingir ser `normal´ sexual o socialmente es probablemente la pauta de conducta más perjudicial en el gueto», dice El manifiesto gay de Carl Whitman.
Como todavía hay quien siga viendo todo esto con cara de asombro, no estará de más recordar que “se dispone de numerosos elementos de juicio que demuestran que muchos hombres y mujeres adquieren su aversión hacia la homosexualidad al crecer y verse moldeados por las costumbres y condicionamientos sociales”, según el antropólogo social Marvin Harris, lo que no quiere decir que los heterosexuales sean homosexuales en potencia “sino que la gente aprende a aceptar sin dificultad las formas homosexuales de sexualidad si hay precedentes sociales”, concluye Harris. En la Grecia clásica, filósofos como Sócrates, Platón o Jenofonte la sexualidad formaba parte integral de un proceso educativo y muchos soldados griegos se hacían acompañar de muchachos más jóvenes que les servían de compañero de cama, independientemente de que más adelante se casaran o no con mujeres. “Todo el mundo lo practicaba, nadie se avergonzaba de ello”, escribe el filósofo Jeremy Bentham. Hoy día existen aún multitud de retrógrados victorianos que atacan cualquier desviación de la norma social imperante, demostrado así su ignorancia de la anatomía y de sus funciones. “Reprimen la sexualidad no procreadora para contrarrestar la tentación de violar el imperativo marital y procreador”, según Bentham. Y a pesar del movimiento mundial que lleva muchos años en lucha por lograr ser ciudadanos con plenos derechos, a nuestro alrededor todavía hay quien mira de reojo cualquier incitación al vicio y a la depravación, que según ellos trae consigo esta “enfermedad”, cuando la depravación ha sido la de fabricar y fomentar la norma social dominante y mantenerla a través de los siglos a base de mano férrea y de miedo por los políticos y la Iglesia. Y no solo con la homosexualidad, sino también con las mujeres, los negros y las minoría étnicas, movimientos cuyas reivindicaciones han ido parejos en el tiempo. Por eso es tan importante recordar una y otra vez, mediante el movimiento civil, que es necesario hacer prosperar leyes en favor de la verdadera igualdad que aún queda por recuperar.
Así de esplendorosa nos recibió San Sebastián el fin de semana pasado. Donosti bien vale unos pintxos, nos dijimos la reina y yo cuando organizamos un viaje de reconocimiento a Biarritz con José C. Vales, Premio Nadal con Cabaret Biarriz (Destino, 2015), y Belén Bermejo, ferviente lectora y fotógrafa instagramera, editora de Espasa, ahora en pleno proceso de construcción de un sello editorial poético.
Vales había prometido enseñar su Biarritz a su agente literario, Palmira Márquez, así que Belén y yo exclamamos un entusiástico SÍ al escuchar la propuesta, al saber que el viaje nos incluía a nosotros, para ir de la mano de quien tan bien conocía una villa que, a pesar del tiempo transcurrido desde sus años de esplendor burgués, no ha perdido su tirón como lugar de veraneo.
Y como para ir a Biarritz por carretera hay que pasar por Donosti, primero nos subimos a un Alvia y nos apeamos en la ciudad en la que Belén Bermejo pasó muchos veranos familiares -íbamos, pues, con doble guía- y nos alojamos en las inmediaciones de la playa de Ondarreta, muy cerca del Peine de los Vientos, de Chillida.
Llegar a Donosti a las dos de la tarde quiere decir que los viajeros, tras dejar las maletas en el hotel, salen hacia el casco viejo dispuestos a sacrificarse y probar los pintxos que adornan las barras de los bares que son ya un emblema de la ciudad. «Atari», «La Cuchara de San Telmo», «Astelena», «A fuego negro»…, nos recibieron como si fuéramos asiduos. El ejemplo de modernidad fue encontrarnos con pintxos que lucían una banderita con el símbolo de No Gluten, compartiendo espacio con los demás. Podría pasarme el día recordando los manjares, pero como diría Lorca «no quiero decir por hombre/las cosas que ella me dijo», o sea, que lo dejo a la imaginación de mis hipotéticos lectores.
La digestión la hicimos en la playa de La Concha, con una temperatura ideal y un cielo de panza de burra que nos protegió del calor excesivo. Una ducha en el hotel y ropa limpia nos puso de nuevo en marcha hacia la terraza del restaurante «La Rampa», en pleno puerto, en donde dimos buena cuenta de un txangurro y un rodaballo que ni Günter Grass pudo imaginar.
Belén ejerció muy bien de cicerone en San Sebastián y al llegar Biarritz, José hizo lo propio. Pasamos la frontera en menos de una hora con un coche alquilado y nos quedamos el sábado saboreando el aroma chic de sus calles comerciales, los restaurantes que se apiñan en la parte alta, y en la grand plage saltamos las olas cantábricas con la alegría de unos colegiales que celebran que el curso ha terminado con buenas notas; en este caso la Matrícula de Honor se la había llevado Vales en enero y el premio lo compartió con nosotros. Vimos a los surferos que sobrevuelan las crestas de las olas en la playa Côte des Basques, entramos en el Hôtel du Palais, un capricho que la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleon III, mandó construir como residencia de verano junto al mar, y admiramos los palacetes que se levantan por todos lados como enseña de un pasado glorioso. Biarritz transformó su destino de pueblo ballenero en balneario de lujo y veraneo de moda y, desde los años 50, también en centro de encuentro surfero.
Cuánto sabían los médicos del XIX al recomendar los baños de mar en Biarritz por sus propiedades terapéuticas. Revitalizantes baños de agua fría como corresponde a este suroeste francés en pleno norte de la Costa Vasca.
Ya cerrado este post me envía Julio Estrela desde su Agencia de diseño gráfico en Vilamaniscle, Alt Empordà de Girona, este enlace a su blog en el que ha publicado un cuento que se desarrolla en San Sebastián. En su mail me dice: «Sueño con Donosti, día sí, día también (envidia)»:
Si no has programado aún tus vacaciones de verano, no lo dudes y vete a Asturias a disfrutar de sus playas. Allí, el sol solo te castiga lo necesario. Empléate a fondo en sus villas marineras: centollos, pixín y bonito de la mejor calidad. Y que no falte la sidra.
En Asturias hemos sabido preservar lo mejor de los fogones y transmitirlo a lo largo del tiempo, combinando la tradición con fórmulas renovadas que nos han dado 7 estrellas Michelín. Para hablar de la gastronomía de Asturias en poco espacio hay que tener una gran capacidad de síntesis, por eso es mejor comentarlo en episodios, como el que abordamos en este tiempo veraniego en el que hablaremos de los pescados y los mariscos, seres maravillosos a los que el fitoplancton del Cantábrico les proporciona una gran calidad que después nuestros chefs elaboran con mano maestra. Véase (o cómase, mejor) un besugo a la espalda, una exquisita merluza del pinchu, el singular pixín (rape) o la chopa a la sidra. Claro que si se trata de bonito, bien está que nos lo cocinen ”en rollo” o bien sea una ventresca asada. Y ya puestos, lo más marinero, una suculenta caldereta hecha con los mejores pescados de roca.
La gran variedad gastronómica de Asturias viene de hace más de un siglo cuando los más audaces iban desde un extremo al otro en barco; desde la occidental Luarca hasta Llanes, porque por tierra era más complicado por su orografía abrupta, con montañas y valles difíciles de cruzar, de tal manera que los habitantes de las distintas zonas conocían muy poco lo que se hacía al otro lado.
Para todos aquellos que no tengan aún programadas sus vacaciones este verano, que no lo duden y vayan a Asturias a disfrutar de sus playas, donde el sol no castiga más de lo necesario, y gastronómicamente se empleen a fondo en sus villas marineras.
El viajero que, además, necesite un toque de cultura popular que empiece esta ruta visitando el Archivo de Indianos, en Colombres, y que se adentre en la Cueva del Pindal, en Pimiango, Después, conocedores de nuestra prehistoria y de nuestro pasado emigrante y emprendedor, puede ya comerse de aperitivo unos tortos (a base de harina de maíz), y si la meteorología está algo inquieta, qué oportunidad para entrarles a unas verdinas (pequeña alubia de color verde), que con almejas o con marisco están para recordar.
Como andamos por la zona oriental, Llanes y alrededores, no podemos dejar de admirar dos espectáculos naturales: las playas de Torimbia y la de Gulpiyuri. Si las verdinas eran para recordar, estos paisajes son para no olvidar. Luego vayamos aproximándonos a la desembocadura del río Sella y si no hemos podido ir al Pindal tenemos ahora la oportunidad de, en Ribadesella, ver las cuevas de Tito Bustillo, unas de las muestras de arte rupestre más importantes de la Península Ibérica, alquilar una piragua y cenar el clásico salmón en una de las innumerables terrazas de la villa, mientras un lugareño nos escancia un culín de sidra, aunque lo del lugareño puede ser una manera de hablar, como se decía en los tradicionales folletos festivos, porque los últimos ganadores de los concursos de “echadores” de sidra creo que eran japoneses o ecuatorianos.
Si la sidra nos animó la noche y nos puso un poquitín achispados (no hay problema por marearse porque la sidra se mea con facilidad, ya la elogió el doctor Marañón), al día siguiente pongamos rumbo, ¡como no!, a la Comarca de la Sidra: Lastres, Tazones, Colunga, Villaviciosa…, allí nos esperan pescados frescos que en unos minutos pasan de la Rula a los restaurantes. Comamos, cantemos y bailemos, durmamos la siesta o lo que sea menester, pero luego hay que seguir, así que subamos de nuevo al coche y pongamos proa al Cabo Peñas, aunque antes debemos hacer una paradina en Candás, (cerca de Gijón), ¿para qué? para comernos unas sardinas a la plancha, y en Luanco (al lado), el susodicho bonito, ya sabéis: a la plancha, guisado, en rollo… Los oricios solo en el crudo invierno.
Próxima parada, Cudillero, pueblo marinero abalconado, con calles que bajan hasta el mar y casas pintadas de colores. Entre el cabo Vidio y el Busto, con dos magníficos faros, hay que bajar a la playa del Silencio (antes se recomienda haber leído el poema “Playa del Silencio”, de Fernando Beltrán, en su reciente libro Hotel vivir, publicado por la editorial Hiperión). Casi al alcance de la mano está Luarca, gran villa marinera con barrios de pescadores como La Pescadería o el Cambaral. Aquí se puede pedir la caldereta, faltaría más. Y casi llegamos a Galicia porque el estuario de la ría del Eo hace de frontera natural. Antes de pasar el puente están Vegadeo, Figueras y Castropol; este es, para mí, el pueblo más bonito y tranquilo del litoral, en el que se puede dar un paseo en barca. ¿Que tenemos apetito?, pues directamente nos damos a las ostras, a las navajas, a los mejillones y a las almejas que se cultivan en esta ensenada. Almejas a la marinera con el sol dorándonos la piel, pero si el día se levantó nubladín, ya sabemos, nos frotamos las manos porque vamos a pedir fabes con almejes.
¡Buen viaje y mejor apetito!
Cuatro restaurantes adonde ir (hay mil más pero no cabían)
En Prendes, Casa Gerardo (Ctra. AS-19, km 8,5. T. 985 887 797), continúa imparable su marcha de excelencia con varias generaciones que se funden. De Pedro y Marcos, padre e hijo, se dice que son «Un cocinero de cuatro manos, dos cabezas y una única visión gastronómica, la Asturias culinaria del siglo XXI». 1 Estrella Michelín.
El restaurante Gueyu Mar (Playa de Vega, 84, Ribadesella. T. 985 860 863), tiene la exquisitez de los mejores pescados en un entorno único, la playa de Vega. Hasta ahora no le ha hecho falta ninguna estrella; las tiene todas juntas cada noche sobre su terraza.
Y si vais a Oviedo hay que ir a Casa Conrado (c/ Argüelles, 1. T. 985 223 919), y a Casa Fermín (c/ San Francisco, 8. T. 985215462) ambos restaurantes en el entorno de la Universidad.
Ayer fue miércoles
He decidido salir a la palestra cada jueves. Este blog se llama “Ayer fue miércoles toda la mañana”, en honor al poeta Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008), que escribió este poema que comienza con ese verso y que en el siguiente le da la vuelta: “Por la tarde cambió: se puso casi lunes”.
toda la mañana