Este post es para Regina García Beato que me sigue cada jueves y me alienta y anima. También para sus dos hijas, Regina y Celia, matrícula de honor en inteligencia emocional.
Regina me recordó el arranque de la novela con la que comienzo esta colección de historias. Se trata de una de las mejores novelas de Fernando Royuela (1963), un escritor muy interesante, contemporáneo de una florida generación de autores nacidos en los 60, como Luisgé Martín, Marta Sanz, Antonio Orejudo, Marcos Giralt Torrente y Rafael Reig, entre otros. La novela de Royuela empieza así:
“A lo largo de mi vida he conocido a infinidad de hijos de puta y a ninguno le deseé la mala muerte. Con usted no voy a hacer una excepción”. La mala muerte. Fernando Royuela.
***
Empezamos ya con los arranques favoritos de los autores de Dos Passos (www.dospassos.es), por riguroso orden de llegada de los textos. El primero es el de María Iglesias, periodista sevillana -articulista de eldiario.es- y autora de la novela Lazos de humo (Temas de Hoy, TH NOVELA). Copio las palabras que preceden a la elección de sus tres comienzos, porque no ha podido decidirse por uno solo:
«…Tú sabes bien el trabajo que cuesta decidirse habiendo tantos arranques estimulantes. Pero estos desde luego resultan subyugadores, atrapan, que es lo que cabe pedir a las primeras palabras. Antes de transcribirlos, quiero darte las gracias porque el ejercicio a que nos has invitado me ha hecho replantearme la fuerza hipnótica del comienzo de la novela con la que yo, ahora, me fajo. En mi intento de que ese poder de atracción sea máximo, frente al espejo de esos otros comienzos de libros ajenos que admiro tanto, he estado estos días reescribiéndolo. Y, como suele ocurrir, ha mejorado. Gracias, pues, por el reto. Y aquí tenéis los principios prometidos»:
1.- “Él —porque no cabía duda sobre su sexo, aunque la moda de la época contribuyera a disfrazarlo— estaba acometiendo la cabeza de un moro que pendía de las vigas. La cabeza era del color de una vieja pelota de football, y más o menos de la misma forma, salvo por las mejillas hundidas y una hebra o dos de pelo seco y ordinario, como el pelo de un coco. El padre de Orlando, o quizá su abuelo, la había cercenado de los hombros de un vasto infiel que de golpe surgió bajo la luna en los campos bárbaros de África; y ahora se hamacaba suave y perpetuamente, en la brisa que soplaba incesante por las buhardillas de la gigantesca morada del caballero que la tronchó”. Orlando. Virginia Woolf (traducción de Jorge Luis Borges).
2.- “Anda con pies de plomo. Con los cinco sentidos: te harán falta. Esta ciudad a la que te traigo es vasta e intrincada, y no la has pisado nunca. Quizá imaginas, por otros relatos que has leído, que la conoces bien, pero aquellas historias te halagaban, te recibían como a un amigo, te trataban como si formaras parte de ellas. La verdad es que eres un forastero de una época y un lugar completamente distintos”. Pétalo Carmesí, flor blanca. Michel Faber (traducción de Jaime Zulaika).
3.- “Como siempre, Lydia fue a bañarse sola. Así es como más le gustaba nadar, aparte de que ese verano no tenía nadie con quien hacerlo en compañía. Podía estar tranquila: su padre, que siempre se sentaba en una roca cercana a pintar su “motivo marino”, no le quitaba ojo de encima para que no se le acercara demasiado ningún extraño”. El juego serio. Hjalmar Söderberg (traducción de María Dolores Ábalos Vázquez).
Y como colofón para cada autor, yo añadiré el arranque de sus respectivas novelas:
“El alto del centro es sin duda él, Germán. No hace falta que el retrato sea en color para que el cabello lo delate. Hasta en sepia es evidente el contraste de esa lengua de fuego con el traje. Los pelirrojos no encanecen, o tardan”. Lazos de humo, de María Iglesias.
Este es el comienzo de la novela elegida por Esther Bendahan, escritora nacida en Tetuán, Marruecos, directora del Instituto de Estudios Judíos del Centro Sefarad-Israel, y autora de más de seis libros, entre ellos Deshojando alcachofas (Seix Barral), con el que ganó el premio Nuevo Talento Fnac.
“El sol aún no se había alzado. Sólo los leves pliegues, como los de un paño algo arraigado, permitían distinguir el mar del cielo. Poco a poco, a medida que el cielo clareaba, se iba formando una raya oscura en el horizonte, que dividía el cielo del mar, y en el paño gris aparecieron gruesas líneas que lo rayaban, avanzando una tras otra, bajo la superficie, cada cual siguiendo a la anterior, persiguiéndose una a otra, perpetuamente”. Las olas. Virginia Woolf. Traducción de Andrés Bosch.
Así comienza la última novela de Esther:
“En el principio del caos que lleva el bufete de abogados de C. Pipino estaba la carta de una clienta, Perla B., que les encargaba gestionar su herencia”. Tratado del alma gemela (Ediciones del Viento). Esther Bendahan.
Guillermo Roz (Buenos Aires, 1973), tiene varias novelas en su haber, es también premio Talento Fnac y con Les ruego que me odien ganó el I Premio Francisco Ayala que convoca la editorial Musa a las 9 (www.musaalas9.com) para galardonar una obra que se publica en formato digital. Guillermo Roz ha enviado el principio de esta novela de A.B.C., porque, además de que le gusta, como es obvio, sabe que yo también le profeso gran devoción.
Esto es lo que dice Guillermo: “Sé que te gustará mi elección. Corta e inquietante”:
“Hoy, en esta isla, ha ocurrido un milagro”. La invención de Morel. Adolfo Bioy Casares.
Y así comienza una de las novelas de Roz:
“Más de diez años después, la luz que entra por la ventanita de su celda le recuerda al sol que lo desmayó en el patio de la escuela”. Tendríamos que haber venido solos (Alianza editorial). Guillermo Roz.
Del madrileño Pedro Bravo, la solapa de su último libro, Biciosos (Debate), dice que “es un tipo que hace cosas: agitación cultural, empresa social, periodismo y hasta literatura”. En su elección manda este arranque, “uno entre muchos, el del gran Carlos Zanón en la enorme Yo fui Johnny Thunders”:
«Hay un principio. Un día te despiertas al lado de alguien que te importa una mierda, te llevas los dedos a la nariz, te los tintas de rojo y blanco, te vienen a la cabeza, a la vez, el nombre de tu madre, el de tu hijo y el título de una canción y te dices: ya está, se acabó. También hay un final y en medio una historia. Siempre sucede así». Yo fui Johnny Thunders. Carlos Zanón.
Pedro Bravo publicó una novela titulada La opción B (Temas de hoy) con este arranque, largo para lo que voy recogiendo en estas entregas, pero que merece la pena leerlo:
«Morir es una experiencia distinta. Extraña. Sorprendente. Es la última de las ocurrencias de la existencia. La que le da sentido. La que nos toca a todos. Seguro. Nos pasamos la vida preocupándonos de nuestra muerte. Pensando en cómo evitarla y, al tiempo, imaginando cómo será. Elucubramos sobre la posibilidad de morir en la cama de un hospital con los pulmones consumidos por un cáncer. Visualizamos la hostia a ciento ochenta por hora de camino a La Manga con la familia. Manejamos la idea de acabar ardiendo en un descampado suburbial después de haber recibido una soberana paliza a manos, pies y bates de béisbol de un grupo de sicarios colombianos medio borrachos. Pero la parca es una cachonda y nunca aparece donde se la espera. Si no, sería muy fácil evitarla. Bastaría con dejar de fumar a tiempo, conducir con precaución o no jugar con el dinero de las mafias de allende los mares. Es curioso, uno sabe cuando va a matar que va a matar. Pero poca gente se imagina cuando va a morir que va a morir. A la hora de palmar, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida. Al Pedro Navaja de Rubén Blades y al resto. A mí, por ejemplo».
Silvia Grijalba, también de Madrid, es periodista y autora de letras de canciones. Con la novela Contigo aprendí ganó el premio Fernando Lara, 2011. Silvia eligió el comienzo de una obra clásica de mediados del XIX, Jean Eyre, cuya autora publicó entonces con el pseudónimo de Currer Bell. Como Grijalba lo ha leído en inglés lo ha enviado así, con traducción incluida:
«Reader, I married him» (“Lector, me casé con él”). Jean Eyre. Charlotte Brönte.
Y este es el principio de su última novela, que saldrá publicada en Espasa el próximo 29 de abril:
“´No, no, no, no, no, no, no`”. Así empezó nuestra relación. Con un no rotundo que se convertiría en un sí incondicional”. Tú me acostumbraste. Silvia Grijalba.
David Vicente es periodista, guionista, corrector…, y director de la Posada de Hojalata (www.laposadadehojalata.com), una escuela de escritura creativa en Alcalá de Henares. Su novela, Un pequeño paso para el hombre, y el libro de relatos El sonido de los sapos, han sido publicados por Ediciones Tagus y ahora se pueden encontrar en Click Ediciones, del Grupo Planeta. En su envío dice David: “Ahí va. Un poco de generación beat«:
“Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos”. En el camino. Jack Kerouac.
David Vicente comienza su primera novela tal cual pronunció la frase Armstrong al poner el pie sobre la luna:
«Este es un pequeño paso para el hombre; un salto gigantesco para la humanidad». Un pequeño paso para el hombre. Click Ediciones.
Enrique Paton, viajero y apasionado lector, encontró en la escritura «el contrapunto de un ritmo de vida de vértigo. La estirpe de Caín es su primera novela, pertenece al género histórico y será publicada próximamente por la editorial Unomasuno. Esta es su aportación de este, según él, «libro inolvidable que me marcó en mi juventud«:
«En el principio era el Verbo y el Verbo era en Dios, y el Verbo era Dios. Esto era en el principio, en Dios, y el monje fiel debería repetir cada día con salmodiante humildad ese acontecimiento inmutable cuya verdad es la única que puede afirmarse con certeza incontrovertible». El nombre de la rosa. Umberto Eco.
Y así arranca su novela, que saldrá en mayo:
«En cuanto procedieron a la lectura de cargos supo que estaba asistiendo a la puesta en escena del final de su vida. No fue una premonición, más bien una certidumbre, y lo que le maravilló de todo el asunto fue la paz interior que esta certeza le infundió». La estirpe de Caín. Enrique Paton. Editorial Unomasuno.
Fernando Olmeda (Madrid, 1962). Novelista y periodista de larga trayectoria en medios escritos y audiovisuales (Antena 3, Informativos Telecinco…), ha digido para RTVE la serie Saca la lengua, 26 programas sobre el uso del español en la vida cotidiana. Notable ensayista (Gerda Taro, fotógrafa de guerra; Gyenes. El fotógrafo del optimismo…), Olmeda elige la contundencia de esta novela que llevó al cine Pilar Miró en 1991:
«Vine a Madrid para matar a un hombre a quien no había visto nunca.» Beltenebros. Antonio Muñoz Molina.
Y este es el comienzo de la novela de Olmeda, Contraseñas íntimas (Algaida):
«Esta partida de sombras que avanza a tronchamonte hacia el río no lleva buenas intenciones. Esta cuerda de hombres, que zigzaguea a deshoras por los bancales y habla por señas, se ha reunido a las afueras del pueblo y ahora se mueve deslizándose de huerta en huerta, agachándose tras los muros de piedra de los cotos para no ser vistos. No hay más sonido que el de una fina lluvia tamborileando sobre los capotes que ocultan su identidad, y apenas dejan entrever cuatro pares de ojos bien abiertos sobre los embozos. Contraseñas íntimas. Fernando Olmeda.
Pronto tendremos la oportunidad de leer algo nuevo, porque acaba de terminar su próxima novela.
Dice la periodista Lea Vélez que nació en Madrid en 1970, al cobijo de una familia fanática de la literatura. Es guionista de cine y TV, novelista y dramaturga, con varios premios conseguidos a lo largo de su carrera. Este año publicará en noviembre en Galaxia Gutenberg El jardín de la memoria, y en Ediciones B en mayo La cirujana de Palma, de la que hemos elegido el comienzo. Lea Vélez nos manda el arranque de la novela «de un escritor que me ha hecho quien soy, y mi segunda pasión literaria a los 16 años después de Mallorquí y El Coyote».
«Quedan ciento cincuenta días para mi ejecución». La mujer fantasma. Cornell Woldrich.
Comienzo de la novela de Lea Vélez, La cirujana de Palma, en librerías el 21 de mayo:
«Desde la ventana de mi encierro en Valldemossa se podría ver el mar. Como estoy en cama, inmóvil, solo puedo imaginar el Mediterráneo por el efecto que tiene entre mis cosas».
Luis Eduardo Aute es, con Picasso, el artista más grande que ha dado el siglo XX. Y mejor persona que el pintor malagueño. Eduardo ha elegido un libro de Baricco, del que dice: «He extraído esta primera frase porque en este momento lo que más me apetece es escaparme a la playa, al mar». Empieza así:
«Arena hasta donde se pierde la vista, entre las últimas colinas y el mar –el mar– en el aire frío de una tarde a punto de acabar y bendecida por el viento que sopla siempre del norte. La playa. Y el mar». Océano mar. Alessandro Baricco.
Marifé Santiago Bolaños, poeta, novelista y profesora, con trabajos en torno al diálogo entre filosofía y creación estética, ha publicado entre otros muchos libros, la novela La canción de Ruth y el libro de poemas Nos mira la piedad desde las alambradas. Marifé ha enviado el principio de un relato de Borges, «grandioso como siempre»:
«Arrasado el jardín, profanados los cálices y las aras, entraron a caballo los hunos en la biblioteca monástica y rompieron los libros incomprensibles y los vituperaron y los quemaron, acaso temerosos de que las letras encubrieran blasfemias contra su dios, que era un cimitarra de hierro». Los teólogos. Jorge Luis Borges.
Así comienza la novela de Marifé Santiago, La canción de Ruth (Bartleby Editores):
«En el Cuerno de Oro, mi nombre es nostalgia. Me lo dijo mi padre alguna vez. También, que nuestros antepasados vivieron en Estambul, y que en el Cuerno de Oro mi nombre habría sido Nostalgia. También, que algo parecido a este abandono era, para su corazón, Sefarad».
María José Rubio (Madrid, 1965) es historiadora, escritora, investigadora de vocación en diversos campos de la historia social, la historia del arte y la historia de Casa Real de España. Su última novela El Cerrajero del Rey (Ed. La Esfera de los libros), ha obtenido el XIII Premio de Novela Histórica Ciudad de Cartagena 2012.
Este es el comienzo elegido por ella:
«Los chiquillos llegaron temprano para el ahorcamiento». Los Pilares de la Tierra. Ken Follet.
Y así empieza su novela:
«El sonido retumbante del mazo sobre el yunque ponía fin a la infancia de Francisco Barranco. A su edad, se necesitaba valor para no temer al hierro al rojo vivo, a las llamas del carbón, a las chispas producidas por el golpe del metal». El cerrajero del Rey. María José Rubio.
Natalio Grueso acaba de incorporarse a la Agencia. Su carrera profesional ha estado volcada en la gestión cultural y en las relaciones internacionales, ocupando puestos de responsabilidad en diversas instituciones de relevancia mundial. Actualmente es el Director del Teatro Español. Su primera novela, La soledad, se publicará en España en mayo y sus derechos de traducción, hasta el momento, están vendidos a Italia, Alemania y República Checa. Natalio nos ha mandado uno de sus principios favoritos con este comentario: «Jack London terminó este libro días antes de suicidarse. En realidad podría decirse que es una secreta y larga carta de despedida, cuando él ya tenía tomada la decisión de viajar a otras dimensiones».
«Toda mi vida he tenido conciencia de otros tiempos y de otros lugares». El vagabundo de las estrellas. Jack London. Traducción de Daniel Rey Díaz.
Este es el arranque de la novela de Natalio Grueso:
«Nadie sabe tanto de la soledad como yo. Nadie. Ni quien nunca supo lo que eran unos pies fríos a su lado en la cama en las largas noches de invierno, ni quien jamás conoció unos dedos cariñosos que le enjabonaran el pelo, ni el niño obeso con quien nadie quiere jugar en el recreo, ni la adolescente con gafas y acné que se ha leído ya todos los libros de la biblioteca del pueblo en el que veranea porque no tiene amigas. Nadie». La soledad. Editorial Planeta.
Alberto Llamas dice en su correo: «Me doy cuenta de que los libros que más me gustan no suelen tener comienzos rotundos (y algunos que sí los tienen, por ejemplo, La Metamorfosis, de Kafka, ya han sido mencionados). Me quedo pues con Peter Pan, la versión para novela que escribió J.M. Barrie, tras la teatral. En este caso, la tradujo Carmen Villasante».
«Todos los niños, menos uno, crecen.» Peter Pan.
*****
Gracias por haber participado. Espero que os guste y que os haya divertido. Os dedico estas palabras de Francisco Umbral, de su libro Mortal y rosa (Planeta):
«El escritor está haciendo su largo libro, ese largo libro interminable que hacen algunos escritores. El escritor conduce el coche entre la niebla, contra las luces y las lluvias, conduce con manos rotas, heridas, vendadas, y me habla de su libro, del amor, de la vida. El escritor o la insatisfacción.» (…) «Meter la vida en un libro, tomarle las medidas al tiempo. Eso es escribir».
Aquí os dejo este, a ver si os gusta:
«Aquel treinta de agosto, cuando un caldero de agua hirviente se vertió sobre ella, Krysta Wronecka tuvo toda la suerte del mundo.»