Hay semanas que merecen la pena recordar. La pasada, por ejemplo, tuvo para mí razones suficientes para anotarla. La concesión del Premio Unicaja de Novela «Fernando Quiñones» a Guillermo Roz y un viaje a Milán ocupan lugares destacados. Italia es tan bella que no es extraño que al viajero le suceda lo mismo que a Henri-Marie Beyle, a quien conocemos como Stendhal, cuando en 1871 viajó por Italia recogiendo documentación para su próximo libro. En Florencia se extasió ante tanta belleza que sintió su corazón acelerarse de tal forma que un vértigo le obligó a sentarse para no caerse al suelo. Acababa de vivir lo que posteriormente se conocería como «Síndrome de Stendhal». El viaje nos oxigena las ideas. Mi admirado Carlo Goldoni lo expresó mejor: «El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios».
MILÁN
La semana pasada, una parte de la familia Dos Passos (la reina y yo y Natalia Sanmartin) estuvimos en Milán. El Instituto Cervantes y la editorial Mondadori habían invitado a Natalia Sanmartin Fenollera (El despertar de la señorita Prim. Planeta) a participar con una conferencia con motivo de un encuentro literario en un festival llamado Bookcity. Estos días en Milán han tenido para mí tres efectos mágicos. El primero fue acompañar a una escritora de la talla de Natalia, quien impartió una conferencia que tituló «Viajar desde el sillón» y que arrancó los aplausos más largos y calurosos en una mañana lluviosa en la que sus compañeros de mesa empezaban a aburrirnos un poco a todos. El segundo fue conocer a los anfitriones, cordialísimas personas que nos colmaron de atenciones mostrándonos los sitios más significativos de Milán, y que nos dejaron su huella en un plano de la ciudad para que en los ratos libres pudiéramos encontrar mejor lo que buscábamos: Arturo Lorenzo, director del Cervantes, y su directora de programación, Carmen Canillas; Serena Bellinello, editora de Mondadori y su colega, como ellos dicen, Elisa Martini, y nuestra coagente en Italia, Silvia Meucci. El tercer hallazgo ha sido el propio Milán, sus calles adoquinadas, sus tranvías, el arte que te asalta en cada esquina. El Duomo es un espectáculo, pero caminar por su tejado fue el mayor y más emocionante descubrimiento en mucho tiempo. Pasamos más de una hora bajo los paraguas, amparados de la lluvia que no dejó de caer durante todo el día, caminando entre los recovecos de las columnas en las que reposan las estatuas y unas bellísimas gárgolas que disfrutamos al alcance de la mano. Siguiendo las recomendaciones de nuestros cómplices en Milán dedicamos un día a visitar Bérgamo en donde durante unas horas nos extasiamos con tanta belleza. Con la Piazza Vecchia, por ejemplo, que es una plaza medieval en el centro de la parte antigua, en la ciudad alta, o detrás de esta plaza, la pequeña Piazza del Duomo, donde te sorprenden monumentos como la Catedral de Santa María Maggiore, la Capilla Colleoni y el Baptisterio. El síndrome amenazaba.
El Teatro de la Scala, muy cerca de nuestro hotel, lucía un cartel goloso: el «Simón Bocanegra», de Verdi, con Plácido Domingo a la cabeza, y la dirección de orquesta a cargo de Daniel Barenboim. Nos quedaron muchas cosas para seguir inmersos en el síndrome de Stendhal: el Lago de Como o la Cartuja de Pavía, todo cerca de Milán, pero eso, además de una nueva visita a Bérgamo, quedará para un segundo viaje. Y por supuesto, «La Última Cena», de Leonardo da Vinci, una joya que no hemos podido disfrutar por estar cerrado el cupo de visitantes. Está en el refectorio de un convento dominico, contiguo a la iglesia de Santa Maria delle Grazie. Leonardo la empezó en 1494 y tardó cuatro años en pintar esta obra maestra. Sufrió muchas restauraciones porque el artista abandonó el método tradicional de la pintura al fresco y pinta la escena en la pared del refectorio.
PREMIO LITERARIO
A la vuelta de Italia nos esperaba una muy buena noticia. La concesión del XVI Premio Unicaja de Novela «Fernando Quiñones», a Guillermo Roz, con la obra Malemort, el impotente. El galardón está dotado con 20.000 euros y la publicación de la novela por Alianza Editorial en marzo del próximo año.
Según el jurado que la ha votado por unanimidad, Malemort, el impotente es una novela que destaca por “su potente estilo literario, al servicio de la atractiva recreación de un hecho histórico, como fue el asentamiento de una colonia francesa en Argentina, así como la creación de un personaje singular, que ha de batirse contra la mala fama y conducir la acción por los más insospechados caminos de la ficción y de la Historia”.
Argumento de Malemort, el impotente: Año 1914, un pueblo del sur de la provincia de Buenos Aires. Una niña relata la vida de su padre para desentrañar el enigma: ¿cómo un hombre conocido como el Impotente pudo tener descendencia? Desde su Francia natal, su padre, Malemort, decidirá marcharse a “hacer las américas”, escapando de su sino en la aventura de un barco de colonos. Como en un juego de muñecas rusas, en Malemort, el impotente cabe una novela histórica, una novela negra y una novela romántica, pero ante todo, es una historia sobre el amor propio.
Guillermo Roz, bonaerense de 1973, se graduó en Letras en la Universidad Nacional de La Plata. Publicó la novela Flotarium, en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) y la Universidad del Salento, Italia, y fue presentada en la Feria del libro de Guadalajara.
Está trabajando junto al dibujante y director de animación Oscar Grillo (Palma de Oro Cannes, The New Yorker, Pixar), en una novela ilustrada de próxima publicación.
En 2013 se le otorga la prestigiosa beca en la Villa Marguerite Yourcenar, Francia, y se publica Les ruego que me odien (Musa a las 9) con el cual gana el I Premio de Narrativa Francisco Ayala.
En 2012, aparece la novela Tendríamos que haber venido solos (Alianza Editorial), por la cual es distinguido como Nuevo Talento Fnac.
Ha colaborado con artículos de periodismo cultural, con diversos medios de EEUU, Latinoamérica y Europa (entre los que se destaca el Instituto Cervantes y el periódico El País), en los cuales también editó trabajos de ficción.
Mi alegría no puede ser mayor. Guillermo Roz es una magnífico escritor, que está a la altura de su gran calidad humana. Yo me alegro también porque este premio, que lleva el nombre de un buen amigo, como lo fue Fernando Quiñones, se una al de Roz por la liaison invisible de la literatura. Hace ya muchísimos años invité a Quiñones a hacer una lectura pública de sus cuentos -antes, hacia 1988, le había publicado en el libro de los Encuentros con el 50-, y fue tan divertido escucharle leer «Legionaria», con ese gracejo gaditano que le hacía tan simpático, que nos hicimos amigos. En 1998 publica La visita, una novela en la que narra un supuesto encuentro entre Marcel Proust y Clarín, a modo de retrato del París luminoso y la entristecida España de finales del XIX. La visita mezcla realidad y ficción, aunque en realidad ese encuentro haya estado exclusivamente en la mente del escritor, pero él, hábilmente, me lo coló como cierto durante un almuerzo en el antiguo comedor del Hotel Principado de Oviedo, a la sazón un espacio cargado de sabor decimonónico, que fue lo que le animó a contarme el argumento de La visita cuando aún estaba empezando a trasladarlo al papel. Pero lo que no está en la novela y sí en mi recuerdo es que Fernando me hizo creer que el encuentro entre los dos grandes escritores se había celebrado en aquella misma mesa en la que Fernando y yo dábamos buena cuenta de un suflé de alto copete. La terminó de escribir sabiendo ya que no le quedaba mucho para seguir contando historias. Yo asistí a la presentación que organizó la editorial Planeta (creo que en el restaurante Botín) y me encontré con un Fernando con ojos de despedida pero que en ningún momento le flaqueó el humor.
En 1990, ocho años antes de que falleciera, nos encontramos en la estación de trenes de Oviedo. Yo, con destino a Mieres, para bajar de visita a una mina, y él, recién llegado a la ciudad para una de sus charlas en la universidad. Cuando le dije a donde iba no perdió ni un minuto en preguntarme si me podía acompañar. Puso tanto entusiasmo en ello que yo intenté arreglarlo, pero mis acompañantes nos persuadieron porque no era era posible conseguirlo sin haberlo solicitado con mucha antelación. Quedamos en organizarlo para más adelante pero como tantas otras cosas, aquello quedó solo en un deseo de volver a encontrarnos «para algo tan importante como meterse a vivir una mina por dentro», según sus propias palabras.
Había empezado hablando de Guillermo Roz pero estas líneas sobre Fernando Quiñones me han servido para recordar a un tipo cuya cordialidad era contagiosa y del que apetecía hablar desde hacía tiempo. Leed a Fernando Quiñones y leed a Guillermo Roz. Ambos, unidos ahora por la literatura, merecen mucho la pena.
Ha nacido una revista. Ser llama Buensalvaje y la podemos encontrar gratis en librerías, gracias a David Villanueva, editor de Demipage. Se presenta hoy, jueves, a las 20:15 en La Fábrica (Alameda,9). Los escritores Juan Gracia Armendáriz y Alberto Olmos, colaboradores de este primer número, acompañan a David Villanueva.
Buensalvaje y Demipage apuestan por una imprudente combinación de firmas jóvenes con otras de prestigio, para que se reten y se complementen y compongan, entre todas, una forma distinta y móvil de pensar. La cabecera Buensalvaje nació en Perú en 2012 y se extendió a Costa Rica y Colombia, por lo que llega a España precedida de un notable prestigio en el ámbito iberoamericano, nos dicen desde La Fábrica. Ya lo he dicho: buscadla en librerías. Es gratuita.
EL DEBATE ESTÁ SERVIDO
«Fomentar el debate en torno al IVA y a la fiscalidad de la cultura», así lo define la directora de la compañía teatral Primas de Riesgo, impulsora de esta campaña. Mientras que los espectáculos teatrales están sujetos a un IVA del 21% el reparto de revistas porno disfruta de un tipo reducido de un 4%. Este estudio de mercado consiste en que las primeras 300 personas que adquieran la publicación por 16 euros tendrán una invitación para ver El mágico prodigioso, de Calderón de la Barca, para el 25 de noviembre. «Para que el público vea qué actividades se apoyan en este país y cuáles no», sostiene la directora de la compañía. La dirección de la obra corre a cargo de Karina Garantivá, y la adaptación es de Ernesto Caballero. La obra está representada solo por mujeres.
¿Cómo conseguirla?: en el kiosko de Narváez, 26, (esq. O´Donnell); al mail revistasporno4calderon21@gmail.com, y al teléfono 914359277
Aprovecho la noticia para volver a gritar: Querido Hermano Lobo: ¿Cuándo bajará el Gobierno el IVA cultural?
Como siempre impecable e insuflando ganas de leer y viajar. Este año volveré a Italia y seguiré tus ultimos pasos. Me ha encantado esta semana. Gracias