La revista La estafeta literaria tiene una larga historia. Han sido muchos los cambios desde su fundación, en 1944, con aires triunfales, hasta que en 1978 Luis Rosales la refunda y dirige como Nueva Estafeta. Son aires renovados, como lo exigen los nuevos tiempos.
Yo había leído La estafeta literaria en una de sus etapas entre los años 1970 y 1973 y, en plena Transición política, seguí la nueva revista con verdadera fruición, y hasta llegué a tener todos los ejemplares, que conservé durante unos cuantos años, como hice también con otras revistas: El viejo topo, Camp del´arpa, Poesía y Cuadernos del Norte.
En uno de aquellos números de Nueva Estafeta leí un poema muy breve del autor sirio Nizār Kabbani, (Damasco, 1923-Londres, 1998), uno de los más importantes poetas árabes contemporáneos, un intelectual que fue además diplomático. Kabbani, que vivió en España de 1962 a 1966 en calidad de consejero de la Embajada siria en Madrid, sintió siempre un gran amor por nuestra tierra y de la cultura árabe andalusí surgieron muchos textos y no menos poemas, como se ve en este recuerdo cordobés, que recoge el arabista y profesor de la Autónoma, Pedro Martínez Montálvez en su texto “Al-Andalus y Nizar Kabbani: La tragedia”.
“Yo siempre he elegido el color verde para retratar la época árabe en la ciudad de Córdoba, ya que lo considero el color más expresivo de la Naturaleza. Cuando los árabes se establecieron en Andalucía, no emplearon más que el color verde. Su poesía, su prosa, su pensamiento y su conciencia también eran así. Los conquistadores —todos los conquistadores— han sembrado de espadas los lugares por donde pasaban; en cambio, la conquista árabe fue la primera que sembró versos en lugar de espadas. Es la primera conquista que llevó plantones de palmeras, de naranjos, enredaderas, jazmines y fuentes de agua(…). Los lazos entre árabes y Andalucía, lo digo y lo repito, son lazos de amor, Y ésta es la primera vez en la historia en que la conquista se convierte en amor y en la que la espada toma la forma de la rosa”.
Vuelvo al Kabbani poeta y al poema que leí en Nueva Estafeta en los primeros años 80. Impresionado por lo que aquellos cuatro versos contenían de historia común y de nostalgia, los memoricé sin saber que ahora los volvería a recordar viendo una vez y otra vez más, las imágenes de una ciudad como Damasco y de un país como Siria, desangrándose sin remisión:
Por las calles de Córdoba,
a menudo,
me he metido la mano en el bolsillo para sacar la llave
de mi casa en Damasco.