Disfruta el momento, el placentero presente, y no pienses en el futuro porque ese es un periodo imposible de conocer. Este tópico, que está más en el deseo que en la realidad, lo acuñó el poeta romano Horacio (65-8 a de C.): Carpe diem quam minimum credula postero, es decir, “aprovecha cada día, no te fíes del mañana”.
El carpe diem está también muy presente como temática en gran parte de la poesía universal, una tradición que inaugura Horacio como hemos dicho, aunque a lo largo de la historia es algo que se ha tomado como un leit-motiv. El verdadero sentido tiene que ver con que no tenemos que esperar a que nuestra vida cambie por el giro inesperado de una enfermedad o un accidente.
Aunque el concepto filosófico fue muy popular en épocas del Romanticismo y el Renacimiento, de vez en cuando reaparece en obras literarias modernas, como por ejemplo durante los años 80 del siglo pasado, unos años postnovísimos en los que hubo un resurgimiento de poetas que bebían de las fuentes de la poesía latina. En 1990, la película de Peter Weir, El Club de los poetas muertos, hace que se conozca más el concepto horaciano, en donde un profesor de poesía, que encarna Robin Williams, motiva a sus alumnos provocándoles un cambio en sus mentes. A partir de aquel descubrimiento comienza una revolución en el colegio contra las normas tradicionales en favor del teatro y la poesía como una forma renovada en la inspiración de cada día. Como suele suceder en estos casos, la experiencia no acaba nada bien para el sufrido profesor ni para sus alumnos, aunque a estos les quedará esa semilla que volverá a brotar en un futuro que se presume después del fin de la película.
Estamos finalizando el año 2015 (muchos cruzamos los dedos para que 2016 venga con un pan bajo el brazo), y por eso he querido traer este concepto, porque nada mejor que pedirnos a nosotros mismos una renovación interior; un cambio en favor de una vida mejor, más rica en ideas y, en consecuencia, más creativa y merecedora de haberla vivido.
Hay un personaje en la novela ejemplar de Cervantes, Rinconete y Cortadillo, llamado La Pipota, que expresa a los jóvenes este concepto. Ella es una vieja devota que añora los años mozos y les pide que, ya que tienen juventud, que la disfruten y aprovechen porque el tiempo pasa demasiado rápido y no tardarán en hacerse viejos como lo es ella ahora. El cristianismo no es una religión que incite precisamente a ello pero la posibilidad de arrepentimiento brinda la ocasión para quemar las naves y hacer como el don Juan de Zorrilla, que cortejó a más mujeres y mató a más hombres que don Luis Mejía, por ganarle una apuesta, y se fue después de rositas con doña Inés al cielo para siempre.
En fin, romanticismos aparte, el carpe diem está en muchas composiciones poéticas como en este verso de Juana de Ibarborou que dice: “Tómame ahora, que aún es temprano”, y en otras más conocidas, como estos tres poemas que caracterizan como ningún otro la filosofía de vivir el momento con intensidad (lo que no quiere decir que se viva con irresponsabilidad). Lo celebraremos por orden cronológico empezando por el de Horacio, para continuar con Garcilaso de la Vega y ya, el cierre le corresponderá a Walt Witman, que en El club de los poetas muertos lo recuerdan con uno de sus versos más famosos: “Oh capitán, mi capitán”, un poema que Walt Whitman escribió al presidente Abraham Lincoln, tras su asesinato, y que se publicó en Hojas de hierba, la obra poética que más me impactó en mis lejanos años juveniles de los 70 y que entonces leí en la sudamericana editorial Losada.
HORACIO
CARPE DIEM
Nunca trates, Leuconoe (sacrílego es saberlo)
de averiguar el fin que nos tiene los dioses
reservado, ni sondees las cifras babilonias.
¡Cuánto mejor será pechar con todo lo que vaya
a ocurrir! Ya sea o no este invierno que al Tirreno
bate contras las costas, el último que Júpiter
te deje, has de saber estar; bebe tus vinos
y modera esas largas esperanzas, ya que la
vida es corta. Mientras aquí charlamos vuela el tiempo,
envidioso. Así que atrapa el día y note fíes
ni un pelo del que viene.
Esta versión del carpe diem horaciano es de Víctor Botas (Oviedo, 1945-1994) que publicó en Segunda mano un libro de poemas, de poetas clásicos, retraducidos a su modo, en el que dijo: “no pretendo sino recuperar ciertos poemas que, por razones bastantes misteriosas, siempre me produjeron la sensación de haberme sido pisados por sus autores”.
GARCILASO DE LA VEGA (1501-1536)
Soneto XXIII
En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre;
marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
WALT WHITMAN (1819 –1892)
CARPE DIEM
Aprovecha el día,
no dejes que termine sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar al mundo.
Porque pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión.
La vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos enseña,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sopla en contra, la poderosa obra continúa,
tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños
puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes. Huye.
«Emito mi alarido por los techos de este mundo»
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples,
se puede hacer poesía bella sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias.
Todos necesitamos aceptación.
Pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea
con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron,
de nuestros «poetas muertos»,
te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros,
«los poetas vivos»,
no permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas.
Con este deseo entraremos en el nuevo año cargados de energía. Hasta entonces, en que volveré con nuevas aventuras poéticas, feliz navidad a mis hipotéticos lectores y que 2016 venga con una hermosa hogaza de ilusiones renovadas para todos.
Aunque se suelen confundir, para aprovechar la juventud está el tópico del Collige, virgo, rosas. El poema de Garcilaso tiene ese tópico. La diferencia está en que el Carpe Diem es atemporal, disfruta del momento y ya, mientras que el Collige… se centra en la juventud únicamente.