SOBRE TEATRO Y OTRAS COSAS DEL ESPÍRITU
Para Natalio Grueso: mi agradecimiento infinito por su novela, La soledad
Verano y Teatro Romano de Mérida ya es para mí -y nunca mejor dicho- un clásico. Entraré de nuevo en ese santuario mañana, viernes 25 de julio, y me reiré con el loco de Aristófanes, que era un sabio porque colocaba entre medias de su discurso dramático un torrente de críticas con humor y valentía. Pero también fue un tipo conservador en su defensa de los valores religiosos y poco dado al avance del pensamiento. Para él, Sócrates era poco menos que un cantamañanas, y Eurípides (uno de los tres padres de la dramaturgia griega), una especie de un aprendiz de todo, aunque en la obra que veré este verano, Las ranas, se mete bien a fondo con la crisis del teatro y hace bajar al Hades al dios Dionisio en pos de Eurípides para traerlo de nuevo a la vida, a ver si soluciona la cosa. Aristófanes es también el autor de Lisístrata, una comedia en la que las mujeres de los guerreros, hartas de tanta guerra piden la paz de una forma muy peculiar: se ponen en huelga… sexual. Así era Aristófanes.
Este año ha pasado por Mérida una superproducción de La Ilíada. Yolanda Markapoulou, la productora, ha dicho a El País: «Una pieza clásica como esta cree en un diálogo con otros países. Abrir un camino para mostrar que Grecia no solo tiene riqueza clásica sino también contemporánea».
La ruta de esta moderna Ilíada, además de Mérida, pasará por Madrid, Amsterdan, Canadá…, es decir, todo un destino global, porque la cultura, cuando está bien hecha, bien programada, bien dotada de medios y ayudas, el mundo la solicita y la disfruta, así que entre este año y 2015 Grecia seguirá intentando levantar la cabeza económica y social pero mientras tanto su cultura tendrá voz en todo el mundo. Seguro que recordaréis esta noticia: «El presidente del PP y candidato de este partido a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy, ha restado hoy importancia al cambio climático aludiendo a un primo suyo, catedrático de Física de la Universidad de Sevilla. «Yo de este asunto sé poco, pero mi primo supongo que sabrá. Y entonces dijo: ‘Oiga, he traído aquí a diez de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que iba a hacer mañana en Sevilla’. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años?», se ha preguntado el líder de la oposición. Por ello, ha aseverado, no podemos convertir esta cuestión «en el gran problema mundial».
Yo le recomiendo vivamente a Rajoy que lea este verano Fisica para futuros presidentes, de Richard A. Muller, porque no podemos aguantar más tanta falta de criterio, tanta incultura y tanto desprecio por la ciencia, porque según Richard A. Muller, «Cualquier persona que se interese por la marcha del mundo ya sabe mucho del tema, pero como dice el exvicepresidente estadounidense, y Premio Nobel de la Paz, Al Gore en su documental Una verdad incómoda, el problema de la mayoría de la gente no es la ignorancia, sino el conocimiento de muchas cosas que no son ciertas». Ernesto Pérez Zúñiga, espléndido poeta y novelista, ha puesto en su facebook esta receta que ahora copio yo con mucho gusto porque todo me parece poco para atacar a los piratas y a la vez reivindicar el valor del libro y la lectura. Lo ha llamado Recetas infalibles y dice así:
Comprar y leer libros. No piratearlos nunca. No sustituir las horas de lectura por un vagabundeo por redes sociales, internet. Presumir de libros. Llevarlos al café y al parque. Manifestarlos en el metro. Dedicarles los momentos de espera: abrirlos en los semáforos y en el portal, mientras un cómplice nos abre la puerta. Comerlos entre horas. Usarlos en cualquier postura. También en el baño, siempre que se repongan. Camuflarlos detrás del paquete de lentejas y café. Entre la ropa del armario. Dentro del lavavajillas (en la buena época, se inventó el libro sumergible). Leer, en fin, libros consistentes y presumir de ello. El que no lo haga es tonto.
Como me gustó tanto, di la voz de alarma y acudió otro novelista no menos espléndido, llamado José C. Vales, que me recomendó el último párrafo de su blog (no dejéis de leerlo para aprender todo y más de literatura), y aquí está también su Receta:
Insistiré en que creo que cada cual puede hacer lo que le venga en gana en este mundo libresco siempre que no cometa delitos, ni robe, ni plagie, etcétera, y se someta a las leyes y a las normas elementales de educación. No tengo opinión sobre quienes tienen otros gustos u otras preferencias, y si leen en e-books o en estelas funerarias, en megalitos, en planchas de cobre, en puertas de baño, en ordenadores, en teléfonos o en papiros es cosa de cada cual, y a mí ni me va ni me viene. Ni los juzgo ni evalúo su capacidad para asumir la modernidad. Y espero que tengan la bondad de hacer lo mismo conmigo, aunque sólo sea por piedad y misericordia: los libros son mi antídoto contra la cháchara inútil y el herrero que me libera de la servidumbre.
¡Saludos, luciérnagos!
Habrá más recetas en próximas entregas
Ives Bonnefoy dijo que «La sociedad sucumbirá si la poesía se extingue».
Einstein dijo que “Si desaparecieran las abejas, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres“.
Yo digo que entre lo que dice Bonnefoy y lo que dice Einstein está todo el entramado espiritual y físico del mundo.
Hace unos días salía yo de un banco tan ufano -perdón por el eufemismo- y oí, muy cerca y muy potente, a una mujer gritarle a otra, que ya casi cruzaba la calle, lo siguiente: «Dale una retroalimentasión brutalmente honesta». Y escribo con «s» el palabro porque fue así como lo dijo, con todo su acento mexicano.
Bajé bastante trecho de la calle pensando en la frasecita. Confieso que me impactó la seguridad de la hablante para pronunciarla, más bien para gritarla a los cuatro vientos. Y seguí bajando la calle pensando qué querría decir la señora con aquello que, bien mirado, parece un lanzamiento de jabalina verbal, un «dale fuerte cuando llegues, mi cuate», pero no. Tras mucho pensar (porque bajé mucha calle para llegar a esta conclusión), decidí que lo que la buena señora le estaba diciendo a la otra, no menos buena, porqué iba a ser menos, era que cuando se encontrase con su interlocutor le respondiera con la mayor veracidad posible, de forma muy, pero que muy honrada. Es decir, que lo que a mí me pareció un insulto,como un «dale un mamporro en plena cabeza al llegar» era todo lo contrario.
Como anduve tanto calle bajo, pensé también que esto de que el mejor español se habla en Latinoamérica se parecía a aquello tan celebrado de que el mejor castellano se habla en Burgos.
Cosas del lenguaje.
Buen verano a mis hipotéticos lectores. Yo intentaré remojarme en agosto y preparar más post para la vuelta.
La historia de la «retroalimentasión» que cierra el post es digna, en sí misma, de toda una columna.
Gran texto, Miguel.
Te cuento algo en relación a la huelga sexual de las mujeres de Aristófanes.
El escritor argentino OSVALDO BAYER en su libro LOS VENGADORES DE LA PATAGONIA TRÁGICA cuenta acerca de los fusilamientos llevados a cabo por el ejército argentino a principios del s xx hacia los anarquistas que buscaban una vida mejor y entre sus relatos dice que las prostitutas al enterarse de semejante ignominia se negaron a recibir en los prostíbulos a esos soldados que horas antes habían llenado de sangre la cordillera. Ellas también llevaron a cabo un paro sexual sin haber leído al griego.
MARÍA