En 2012, Ana Marcos escribía en El País:
«Construyamos fantasía en tiempos sin fantasía y en los que el destino es una puerta que conduce a ninguna parte», decía Paco Ignacio Taibo II, escritor y director de la Semana Negra en la recepción en el Ayuntamiento de Gijón el pasado viernes por la tarde. A su lado, Rafael Felgueroso, primer teniente de alcalde y concejal de Seguridad Ciudadana del Foro de Asturias -partido de Francisco Álvarez-Cascos, presidente del Principado-, aguantaba estoico la ovación que algunos de los 140 autores que participan en el evento daban al escritor asturmexicano. El cambio político en la alcaldía de la ciudad asturiana puede significar que la edición 24ª de este festival literario sea la última.
Hace unos días, en el mismo diario, la periodista y escritora Berna González Harbour, decía lo siguiente:
“Estamos a bordo del tren negro, que lleva a decenas de autores a la cita más veterana y callejera del género: la Semana Negra de Gijón, que mantiene la chispa después del susto que supuso la victoria del Foro Asturias en una región de tradición roja, como manda el reglamento negro. Con menos presupuesto, pero las mismas ganas, arranca el festival, y bajo el foco no solo están los grandes autores del momento, sino una colección de estrellas que poco o nada tienen que ver con la sangre y las pistolas, pero sí con la diversidad que ha llegado hasta aquí”.
Este verano, el encuentro novelístico negro con más arraigo en España, arrancó el pasado 11 de julio, y su director, Ángel de la Calle, destacó: “La Semana Negra va a convertirse en los metros cuadrados del planeta con la mayor cantidad de talento narrativo durante diez días”.
Asistimos a la presentación que hizo Berna González Harbour de Sara (Alfaguara), lo último del nicaragüense Sergio Ramírez. “Enorme Sara”, en palabras de Harbour, “novela cargada de humor fino, habilidad y riqueza”, y a continuación, la presentación de Los ciervos llegan sin avisar (RBA), última obra de Berna, a cargo de Toni Hill, Los amantes de Hiroshima (DEBOLSILLO). Y el sábado 18, Guillermo Roz, con su reciente premio de Novela Fernando Quiñones, Malemort, el impotente (Alianza), será presentado por el chileno Luis Sepúlveda, afilado en Gijón (y gijonudo de adopción), desde los 90, pocos años después de que ganara el Tigre Juan de Novela con la historia más vendida en el mundo: Un viejo que leía novelas de amor (primera edición en Júcar, Gijón, 1989, todas las demás en Tusquets).
Tenía que encontrarme allí, y fue una gran alegría, con Daniel Mordzinski (si digo fotógrafo me quedo corto, ya pensaré en algo más), que de nuevo disparó sobre mí -con la ayuda de Carlos Salem- con la precisión de un gran músico al ejecutar una partitura. Es una suerte que esté cada día en las páginas de verano de El País; por cierto, la de ayer con Toni Hill ahorcado en una cama es antológica.
La “fiesta negra” comenzó el día 10 en el mismo emplazamiento del año pasado, muy cerca de la playa de Poniente y del puerto deportivo, en los alrededores del Musel gijonés, y será una fiesta continua hasta el 19 de julio, en que cerrará sus puertas hasta, ojalá, el próximo año. Por aquí habrán pasado cientos de escritores, poetas, fotógrafos, periodistas… para demostrar una vez más lo que Ángel de la Calle dijo: “… la mayor cantidad de talento…”.
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Lo supe por este tuit de Pablo Carbonell: «Javier Krahe ha muerto en su casa de Zahara esta noches a las 5h. Es así». De pronto me vi en La Mandrágora, en La Latina madrileña, hacia 1982, ”en un sótano más negro que mi reputación”, que dijera Gil de Biedma, viendo y escuchando la ironía de Krahe, Sabina y Alberto Pérez. Fue fácil hablar con él. Me prometí llevarlo a Oviedo, en donde vivía, y pocos tiempo después lo logré. Muchoas años más tarde, en el verano de 2003, estando con Aute en Zahara lo encontramos en un bar, tan curtido y elegante como siempre, sonriente y amable y amigo de sus amigos. Por la noche, Palmira y yo entramos en el cine al aire libre y allí estaba. Krahe fue un referente brasseniano. Y un poeta, bebedor de los mejores: el siglo de Oro, los del 27, la generación del 50, por supuesto. Ayer, cuando lo recordó en su blog mi amigo Javier Lasheras: https://javierlasheras.wordpress.com/ que tituló “Días de verano”, le escribí a vuelapluma este homenaje, pasado por Calderón, que se me ocurrió leyéndolo.
Adiós, Krahe, adiós,
¡qué juntos andan, ay Dios,
el pesar y la alegría!