La cita con POEMAD ha cumplido este octubre cinco años de vida. El Festival Internacional de Poesía de Madrid, que dirige Beatriz Rodríguez, editora de Musa a las 9 y escritora –La vida real de Esperanza Silva (Casa de cartón, 2013) y Cuando éramos ángeles, que publicará Seix Barral en enero de 2016-, constituye un encuentro ineludible para disfrutar de la poesía, del arte y de la música. Un espectáculo de gran altura en el que el público, que llena el Auditorio de Conde Duque, disfruta durante tres días.
El jueves, 29 de octubre, Fernando Beltrán leyó poemas de su último libro Hotel vivir (Hiperión), uno de los libros clave de este año, y más de una vez arrancó aplausos emocionados. Al tiempo, un artista de la talla de Pep Carrió, un mallorquín que tiene el sol de su tierra y el azul mediterráneo cosidos a su brazo, iba dibujando con mano maestra sobre una puerta un ser-árbol. Ambos dejaron en el aire una sinfonía poética que puso el listón de POEMAD a la altura de las espectivas que había creado.
Le siguió Franco Buffoni con un recital de su obra que tituló, en claro homenaje a Cesare Pavese: «Verrà la poesía e avrà i tuoi occhi» («Vendrá la poesía y tendrá tus ojos»). Y una hora después, tres narradoras-poetas, Marta Sanz (reciente premio Herralde), Mercedes Castro y Lara Moreno volvieron a hacernos vibrar con sus poemas.
El viernes fueron cuatro citas:
- «Altos muros del agua», con Susana Villalba, Esther Ramón, Juan Malpartida y Jordi Doce.
- «Todo tuyo siempre todavía», por Darío Jaramillo.
- «Salada en sus cristales», con Elsa Cross y Pura López-Colomé.
- «Canción que vuelve las alas», con la cantaora Carmen Linares, que nos puso en pie varias veces, y la lectura emocionada de las cartas desde la cárcel de Miguel Hernández, por Beatriz Rodríguez. Al piano Pablo Suárez.
El sábado comenzó con el el poeta Oscar Hahn («Ningún lugar está aquí»), y continuó con el recital «Pasarás de moda», presentado por María Ángeles Naval, con Luna Miguel, Jesús Carmona-Robles, Óscar García Sierra y Rocío Torres, que leyeron poemas propios y nos trajeron los versos de otros jóvenes poetas latinoamericanos. El poeta mexicano Homero Aridjis ofreció su cántico poético con «Después del humo»… y el cierre esperadísimo, al menos por mí, fue el homenaje a Ángel González, que la actriz Eliana Sánchez y yo tuvimos el honor de dedicarle y que se tituló «Para que yo me llame Ángel González».
Así que a las nueve y media de la noche del sábado 31 de octubre, con un escenario en semioscuridad, con una lamparita encendida sobre una mesa baja en la que reposaban una botella de Ballantines, dos vasos de whisky, unos libros, una botella de sidra y una naranja, dejamos que la propia voz de González pusiera al Auditorio en situación de suspenso:
MUERTE EN EL OLVIDO
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
- oscuro, torpe, malo- el que la habita…
Luego fue subir al escenario y entre los dos dejarnos llevar por los poemas y la música que a Ángel le gustaba: algo de jazz, algo de aire mexicano, un poco de bolero y la clásica representada por Bela Bartok. Hacia la mitad le dimos un aire asturiano y contamos un episodio escrito por Taibo con los poetas de Luna de Abajo y Ángel, en un encuentro glorioso en 1985 en La Felguera. Eliana y yo cantamos «A la mar fui por naranjas», yo escancié un culín de sidra y durante unos segundos sonó en Madrid «En el pozo María Luisa». Todo lo que sabíamos que a Ángel le podía hacer mover el corazón casi cien veces por minuto.
Lo de las naranjas lo explicaré para los que no han podido estar aquella noche. La canción dice así: «A la mar fui por naranjas /cosa que la mar no tiene/me dejaron mojadita las olas que van y vienen/ay, mi dulce amor, ese mar que ves tan bello/ay, mi dulce amor, ese mar que ves tan bello/es un traidor».
Y yo dije: «Esta es una canción popular que todos los asturianos escuchamos cantar a nuestras madres. Hace algunos años le encargaron al poeta que escribiera tres letras basadas en canciones populares de su tierra para que varios compositores pusieran la música. Una de las elegidas fue esta de las naranjas y la mar. Dándole la vuelta, Ángel escribió:
Tiene naranjas la mar.
Las olas son verdes ramos,
la espuma es blanco
azahar.
Y tus pechos, en la fronda
de las olas y la espuma,
son dos naranjas saladas
cuando te bañas desnuda.
Cuando te bañas desnuda,
tiene naranjas la mar.
Y así de mágica transcurrió la noche. Dejo algunas fotos de esos días y espero que la VI edición continúe convocando a tantos letraheridos como en esta. Salud.