Para Rocío Niebla, joven trabajadora por la democracia
Aquí no pasa nada/salvo el tiempo, escribió en un poema Ángel González. Aquí y ahora, Madrid se ha puesto por montera estos versos y se echado a la calle para lograr lo que desde hace un largo cuarto de siglo era impensable: que el poder cambie de manos.
Aunque los pactos están aún por producirse, los cambios vienen dados ya por los 19 concejales que ayudarán a Manuela Carmena a liderar un proyecto que, según su programa, pasaría por cinco puntos fundamentales: Paralizar los desahucios; Stop a la privatización de los servicios municipales; Ni una venta más del patrimonio público; Garantizar los suministros básicos (léanse la luz y el agua) para quienes no puedan pagarlos; Prestaciones sanitarias municipales para todos, es decir, incluidos los inmigrantes sin documentos, y Desarrollo de un plan urgente de inserción laboral para jóvenes y parados de larga duración. Lo dicho: la revolución de las urnas.
Los futuros 19 concejales ofrecen un panorama inusual en lo que se refiere a extracciones sociales, aspiraciones, historiales en movimientos sindical y ciudadano, etc. Hay un psicólogo clínico, un arquitecto, un guionista, una licenciada en Ciencias Políticas, una catedrática de Teoría del Conocimiento…, antiguos militantes de CCOO, de IU, hay quien ha estado vinculado a la Marea blanca, a movimientos prosaharauis, las hay del ámbito feminista o que apoyaron el 15M. Y entre ellos, un experto en software que desde su silla de ruedas intentará facilitar la accesibilidad a cuantos la necesitan. Puede parecer un batiburrillo de opciones, algo caótico e ingobernable, pero nada más lejos porque en una misma persona cabe un arquitecto que haya reivindicado el cambio desde la Puerta del Sol, cuyos ideales pasen por la solidaridad con los pueblos oprimidos, etc., etc. Esto es lo que ofrecen ahora los nuevos políticos. Sería muy aconsejable que el probable pacto pase por el tamiz de la comprensión y la altura de miras de los partidos involucrados; que ambos olviden la animadversión que mantuvieron durante la campaña y construyan el Madrid que tanto deseamos.
Yo deseo un Madrid limpio y silencioso, y así se lo pido al concejal de la cosa, que diría Umbral. No creo que sea tan difícil peatonalizar algunas calles estrechas, y de paso quitar los tarugos de hierro que un alcalde ya olvidado mandó colocar a diestro siniestro para que lo viandantes nos rompiéramos la crisma. Los agentes de movilidad deberían, futuro concejal, frenar ese impulso de bocinear como un poseso en cuanto el taxi que va delante se para un segundo o no sale inmediatamente del semáforo, o un autobús tarda más de la cuenta en salir de un atasco. Basta ya de tocapelotas metidos en su cabina metálica creyéndose los amos de la pista, de los tubos de escape sin silenciador de las motos, de los supuestos homicidas que van a pillarte hasta en un paso de cebra. Yo le pido a la nueva corporación un Madrid más cívico y culto, y menos chulesco,
Y esto es solo para la vía pública. Para las demás concejalías habrá tiempo para pedir. Porque ganas de mejorar las hay por doquier pero que nadie se duerma, que las urnas están ahí a la espera de un cambio nuevo. Y si no, que se lo pregunten a Esperanza Aguirre y Gil de Biedma: el Madrid de los chulapos y chulapas pa la zarzuela.
Y anden y que les ondulen con la permanen…
Besin
Ole por esta entrada a favor de la regeneración de una ciudad acogedora pero 24 años monopolizada por lo hortera y casposo.