Hay semanas que merecen la pena recordar. La pasada, por ejemplo, tuvo para mí razones suficientes para anotarla. La concesión del Premio Unicaja de Novela «Fernando Quiñones» a Guillermo Roz y un viaje a Milán ocupan lugares destacados. Italia es tan bella que no es extraño que al viajero le suceda lo mismo que a Henri-Marie Beyle, a quien conocemos como Stendhal, cuando en 1871 viajó por Italia recogiendo documentación para su próximo libro. En Florencia se extasió ante tanta belleza que sintió su corazón acelerarse de tal forma que un vértigo le obligó a sentarse para no caerse al suelo. Acababa de vivir lo que posteriormente se conocería como «Síndrome de Stendhal». El viaje nos oxigena las ideas. Mi admirado Carlo Goldoni lo expresó mejor: «El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios».